BOSCH: LOS SENTIMIENTOS y LAS IDEAS NO SE HEREDAN


LOS SERES HUMANOS NO HEREDAN NI LOS SENTIMIENTOS NI LAS IDEAS
El Nacional de ¡Ahora!, Santo Domingo, 7 de julio de 1972. p.11.


La manera de sentir, de pensar y de actuar de los seres humanos depende, en primer lugar, de la clase social a que pertenezca cada quien, y en segundo lugar, depende de factores absolutamente personales, como el grado de inteligencia o de salud nerviosa y mental de cada persona. 

[…] Hace ya muchísimos años que los científicos han establecido que los seres humanos no heredan ni los sentimientos ni las ideas. Los conceptos que expresó el Dr. Balaguer en la pequeña parte del discurso a que he estado refiriéndome están mandados a guardar; fueron retirados de la circulación intelectual hace años y años, y el que trate de resucitarlos hoy en cualquier país del mundo, lo mismo si es Alemania que si es Haití, lo que hará será provocar risitas de piedad. Hoy se sabe, y se enseña en todas las escuelas, que la manera de comportarse de la gente viene de la forma en que ha estado viviendo, porque la conducta, cuando no se trata de enfermos mentales o emocionales, es el producto de la sociedad, y en la sociedad hay diferentes maneras de comportarse porque hay diferentes maneras de vivir; no se comporta lo mismo el muerto de hambre que el tutumpote debido a que el primero pasa trabajos desde que nace y al segundo la vida se le presenta fácil. 

La manera de sentir, de pensar y de actuar de los seres humanos depende, en primer lugar, de la clase social a que pertenezca cada quien, y en segundo lugar, depende de factores absolutamente personales, como el grado de inteligencia o de salud nerviosa y mental de cada persona. Así, pues, es anticientífico decir que los dominicanos somos así o somos asao; lo que sí puede decirse es que cada capa social de nuestro país da de sí las condiciones para que sus miembros tengan esta o aquella manera de actuar o comportarse. 

Así, para explicarse por qué Duarte no fue individualista, ni tuvo una propensión innata, o mejor dicho, una inclinación natural a la frustración y la anarquía, o aclarando mejor la idea, no nació con rabia debido a sus fracasos ni con tendencia al desorden por odio a la autoridad, hay que fijarse en qué personas formaban su familia, su hogar, y en qué capa social vivía esa familia. 

El Pueblo dominicano tiene mucho más de siglo y medio siendo una sociedad predominantemente pequeño burguesa, es decir, una sociedad en la que la mayoría de la gente ha vivido y vive de propiedades pequeñas, y aún durante muchísimos años una parte importante de los que tenían propiedades grandes vivían como si las tuvieran pequeñas, porque producían poco, escasamente para ir tirando. En la pequeña burguesía hay varias capas; la alta, la mediana, la baja y aun en el sector de la baja, hay bajos pequeños burgueses pobres muy pobres. 

Durante años y años, en la sociedad dominicana no había cambios porque el país vivía, y vivió más de un siglo, en medio de mucha pobreza, y el camino más seguro para que alguna gente saliera de la pobreza era el de la política, que durante casi un siglo se ejercía mediante el uso de las armas; y resultaba que tirando tiros y haciendo lo que entonces se llamaba pronunciamientos algunos dominicanos de la baja pequeña burguesía pobre y muy pobre llegaban a generales y de ahí nació el criterio de nuestro individualismo y de nuestra propensión innata a la frustración y la anarquía. Pero ahora la situación no es igual; ahora un joven que quiere salir de la baja pequeña burguesía pobre o muy pobre tiene ante sí más de un camino; o se hace revolucionario, con el propósito de contribuir a que la sociedad cambie; o se hace profesional estudiando en alguna de las tres universidades del país y de ser posible, se va a los Estados Unidos a ejercer la profesión; o se hace servidor del frente oligárquico para conseguir ascensos en la Policía o en el Ejército o en el Gobierno o para conseguir negocios que le permitan enriquecerse rápidamente, como por ejemplo, consiguiendo un contrato para construir algo o logrando que se le exonere un auto o que le den ventajas de otro tipo. Uno de los caminos para conseguir ventajas del Gobierno es formar un partidito de esos a los que se […] Pero esos partiditos no se formarían, y no habría tantos dominicanos buscando la vía fácil de la corrupción de bajos pequeños burgueses, si el Dr. Balaguer no les ofreciera, como lo hace, dinero, posiciones y autoridad a todos los que se le ponen a la orden para llevarlo a una nueva reelección. 

Se sabe que la corrupción cachachea en este país, pero al mismo tiempo se sabe que quien más estimula aquí la corrupción es el Dr. Balaguer, y que la estimula porque piensa que apoyándose en gente corrompida él podrá mantenerse en el poder todos los años que le quedan de vida. No hay, pues, tal individualismo ni tal propensión innata a la frustración y a la anarquía en la base de la formación de los ventorrillitos políticos que se forman cada día en nuestro país; lo que hay es negocio; lo que hay es la búsqueda de negocios y beneficios por la vía de la política, y eso está alentado por el Dr. Balaguer, de manera que no nos explicamos por qué el Dr. Balaguer condena lo que él mismo contribuye a crear. El Dr. Balaguer cree que la política es un negocio, y que todos los hombres van a la lucha política por negocio, para obtener beneficios, tal como se obtienen montando una tienda, y debido a que cree eso, da dinero, da posiciones, da contrato, da exoneraciones; así, piensa él, la gente que se beneficia de ese dinero, de esas posiciones, de esos contratos, de esas exoneraciones, será siempre balagueristas. Entonces, ¿de qué se queja? En la vida política del Dr. Balaguer, que tiene ya varios años, nadie ha visto nunca al Dr. Balaguer actuando de otra manera y ni siquiera hablando de manera diferente a como lo hace siempre. El Dr. Balaguer tiene muy mala opinión del Pueblo dominicano, y actúa con ese pueblo de acuerdo con lo que piensa de él. 

Por esa razón él considera que lo que este pueblo quiere es dinero, son edificios, son avenidas, son cosas de piedras y cemento; no ejemplo, no ideas, no principios. El Dr. Balaguer no se da cuenta de que, desde muchos, pero muchísimos siglos antes de que Jesús apareciera por los campos de Galilea predicando sus ideas, en el mundo conocido de entonces había habido muchos grandes constructores; había habido gobernantes que construyeron la enorme ciudad de Babilonia, las pirámides de Egipto, cosas mil veces más importantes y grandiosas que el Mirador del Sur y los brocalitos de falsos pozos de la orilla de la autopista que va a Boca Chica. ¿Y cuántas personas saben hoy quiénes fueron esos grandes constructores? Sólo los especialistas en la historia de esas construcciones; quizá quinientos. Quizá mil. En cambio a Jesús, que nunca puso un ladrillo sobre otro, ni abrió un trillo ni clavó un clavo, lo conocen más de seiscientos millones de personas, y lo mismo pasa con Marx o con Lenín; y con esos ejemplos lo que quiero es recordarles a ustedes que aunque es importante hacer cosas materiales, lo es mucho más hacer aquellas que les señalan a los pueblos los rumbos que deben seguir para ser mejores, más justos y más libres. Cuando el Partido Revolucionario Dominicano comenzó a actuar en el país, el 5 de julio de 1961, lo que hizo fue predicarle al Pueblo la verdad, no repartir exoneraciones de automóviles ni dar puestos ni comprar conciencias con el dinero del Pueblo; y el Pueblo nos siguió y año y medio después nos llevó al poder, y estando en el poder no compramos gente. Y que no venga ahora el Dr. Balaguer a decir que por eso nos tumbaron, porque no compramos hombres como se compra carne en la carnicería, porque a nosotros no nos tumbaron los dominicanos; a nosotros nos tumbó, como expliqué el año antepasado, la misión militar norteamericana por miedo a que el mundo se enterara de que el gobierno de Kennedy había organizado aquí, sin conocimiento del Gobierno dominicano, campamentos militares dedicados a atacar Haití. 

Hay dominicanos que se ponen en venta, pero no forman la mayoría de este pueblo. Esos que se ponen en venta buscan el lado de los que se dedican a comprarlos […] Con el dinero del Gobierno, que es el dinero del Pueblo; dinero que le pagan al Gobierno los ciudadanos […] con ese dinero del Pueblo el Gobierno reparte entre sus seguidores máquinas de coser, guaguas, autos, casas, comida, y a pesar de eso el propio Dr. Balaguer dice que la militancia reformista está en su mayoría falta de calor y que sus dirigentes se hallan durmiendo. Esa es la confesión de un gran fracaso, y es natural que el partido del Dr. Balaguer fracase, porque a un partido al que solamente se le ofrecen bienes materiales, dinero y ventajas, no se le puede dar ninguna mística, ningún sentimiento real que lo mantenga unido. Contemplando al Dr. Balaguer y su manera de ejercer la política he recordado muchas veces el caso del general Fulgencio Batista, el que fue presidente de Cuba dos veces y durante muchos años controló la vida de aquel país desde la jefatura de las Fuerzas Armadas. Batista mantuvo su posición predominante en la política cubana haciendo lo mismo que el Dr. Balaguer, repartiendo privilegios y riquezas entre sus amigos; y así hizo rica a mucha gente; hizo coroneles a muchos sargentos y mayores y capitanes, esos coroneles, esos ricachos batisteros tuvieron que decidir con qué se quedaban, si con su dinero, con sus rayas o con Batista; y naturalmente prefirieron quedarse con su dinero, con sus fincas, con las casotas que Batista les había proporcionado, con sus rayas de generales, coroneles y capitanes; y Batista se halló solo a tal punto que tuvo que coger el último avión que quedaba en Cuba y salir volando hacia acá, hacia la República Dominicana. 

Los amigos a quienes los favores del Dr. Balaguer han enriquecido serán balagueristas mientras no tengan que poner en peligro sus riquezas por ser balagueristas, porque ese día serán los defensores de esas riquezas, no los del Dr. Balaguer. 

En este país hay balagueristas, y sería una tontería negarlo; pero no hay reformistas. El Partido Reformista es un nombre y algunos edificios hechos con dinero que se ha obtenido a través de empleos públicos, no por donación popular, y nada más. El Dr. Balaguer dijo que “está muy generalizada, sobre todo en los círculos más politizados del país, la opinión de que el Partido Reformista, centralizado en la persona de quien habla, está llamado a desaparecer cuando se cierre también mi trayectoria personal en la vida política dominicana”. El Dr. Balaguer dijo esas palabras para más o menos quitarle valor en otras que dijo inmediatamente después. Pero lo cierto y verdadero es que lo que dijo es así. Cuando termine lo que él llamó la “trayectoria personal en la vida política dominicana” del Dr. Balaguer, ahí mismo terminará el Partido Reformista; y unos años después, su nombre ni siquiera figurará en la historia política del país. Puede ser que figure en la historia de la politiquería, en la historia de los negocios, en la historia de la corrupción. Pero seguramente no figurará en la historia política de la República. 

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