Bosch: La fuerza de la política

Alocución del profesor Juan Bosch por radio comercial, 6 de julio de 1972
El Nacional de ¡Ahora!, Santo Domingo, 6 de julio de 1972, pp.12-13.

Gabriel Garcia Marquez celebrando el 70 aniversario del nacimiento del profesor Juan Bosch   
El Dr. Balaguer se ha referido varias veces a la política y habla de ella como si fuera una actividad de sinvergüenzas, de charlatanes o de negociantes. Pero resulta que la política no es una vagabundería, no es una charlatanería y no es un negocio. La política es una verdad tan verdadera como el sol que nos alumbra y el aire que respiramos es una verdad social que surge de la sociedad de los hombres, que brota de manera natural, como brota la vegetación de la tierra, donde quiera que se reúnen hombres y mujeres en sociedad, lo mismo si se trata de una sociedad primitiva, como lo era la de los indios que vivían aquí antes de la llegada de los españoles, que si se trata de una sociedad poco desarrollada, como lo es la nuestra, que si se trata de una sociedad muy desarrollada, como es la de los Estados Unidos; lo mismo si se trata de una sociedad capitalista, como la norteamericana, que si se trata de una sociedad socialista, como la de la Unión Soviética o la de China. 

El político que no se da cuenta de que la política es una verdad social que ningún hombre puede negar, rechazar, ignorar o tratar de ocultar, está llamado a tener grandes tropiezos. La política es una verdad social tan poderosa, que después de haberse pasado media vida pidiendo la exterminación por medio de la guerra de todos los comunistas del mundo entero, y especialmente de los de China, el presidente Nixon tuvo que doblar la cabeza y viajar a China, y tuvo que entrar a la casa de Mao Tse-Tung. No fue Mao Tse-Tung el que fue a Washington y entró en la Casa Blanca a saludar respetuosamente a Richard Milkhause Nixon; fue Richard Milkhause Nixon el que viajó a Pekín y fue a saludar respetuosamente a Mao Tse-Tung, con lo cual reconoció que había estado equivocado de medio a medio cuando pedía la cabeza del líder chino y de todos los comunistas chinos. 

¿Y por qué tuvo el presidente Nixon que ir a China? ¿Por qué tuvo que negar con ese viaje lo que había dicho y hecho antes? Pues porque necesita reelegirse en el mes de noviembre de este año, y para lograr los votos que le den la reelección tenía que presentarse ante el pueblo norteamericano como un hombre que trabaja por la paz del mundo, y la paz del mundo no puede obtenerse hoy sin llegar a un entendimiento con los grandes países socialistas, como China y la Unión Soviética. 

La política le demostró a Nixon su fuerza, el poder que surge de ella; la política lo forzó a hacer todo lo contrario de lo que había hecho durante años y años; la política lo llevó a tragarse muchos discursos y muchas declaraciones que había dicho cuando era un profesional del anticomunismo. La política es una realidad social, es una verdad social, es una fuerza social, y por esa razón todo el mundo debe saber política, y todo el mundo debe reconocerla como una función indispensable, una actividad que debe ejercerse con principios morales, no como si se tratara de una vagabundería, de una charlatanería o de un negocio; y ese no es el criterio del Dr. Balaguer. 

El Dr. Balaguer cree que un Presidente de la República puede, por razones políticas, decir un discurso y mantenerlo en secreto, por lo menos para una parte de la población; que puede decirle a una persona una cosa y a otra persona la contraria; que puede ofrecerle a los campesinos pobres las tierras arroceras y al mismo tiempo decirles a los dueños de esa tierras que estén tranquilo, que sus tierras seguirán siendo suyas, a menos que ellos mismos quieran venderlas por las buenas; que puede decirle al país que se le quitarán la tierras del Estado a los que están ocupándolas para dárselas a los campesinos y al mismo tiempo decirles a los campesinos que los que se metan en una de esas tierras son enemigos del Gobierno, de la paz y de la seguridad del país. 

Desde que está en el Gobierno, y de eso hace ya algunos años, el Dr. Balaguer no ha dado la menor señal de que respete la política o que la considere una actividad moral como tiene que ser la medicina, como tiene que ser la arquitectura, como tiene que ser cualquiera tarea que brote de forma natural de la existencia misma de la sociedad, tal como brota de la existencia de la vida humana la necesidad de conservar la salud y la de vivir bajo un techo. 

Trujillo creía que la política era el ejercicio del poder sin límites y lo creía con cierta razón porque él llegó a ser el hombre que tuvo más poder en la América Latina, a partir de la época en que nuestros países dejaron de ser españoles, pues mientras fuimos españoles el poder del rey de España era indiscutido en nuestra tierra. ¿Y qué le pasó a Trujillo? Que un día se encontró de frente con un poder más grande que el suyo, que fue el poder de la muerte. 

En una ocasión, hace algo más de un año, respondiendo a aquel discurso del Dr. Balaguer en que me amenazó con expulsarme de este país en el que tengo tanto derecho a vivir como el que tiene él, les expliqué que en su última Constitución Trujillo había impuesto un artículo expresamente escrito para que yo no pudiera ser Presidente de la República, y también impuso otro artículo para que su hijo Ramfis pudiera ser presidente; y sin embargo la política nacional, la política dominicana se produjo de tal manera que yo vine a ser presidente y su hijo vino a ser exiliado. ¿Y por qué sucedió eso? Pues sucedió, como dije hace un momento, debido a que Trujillo se encontró con la muerte; y se encontró con la muerte porque a eso lo llevó, de manera inevitable, su estilo de gobernar, su idea de que la política consistía en el ejercicio del poder sin ningún límite; y la muerte de Trujillo trajo, entre otras consecuencias, la llegada al país, un día como hoy, hace once años de la Comisión Ejecutiva del Partido Revolucionario Dominicano, y con la llegada de los comisionados del PRD el país entró a una nueva etapa de su historia política.

El Nacional de ¡Ahora!, Santo Domingo, 6 de julio de 1972, pp.12-13.



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