La cultura debe ser considerada en grande,
no como un simple medio para alcanzar ciertos fines,
sino como su misma base social.
No podemos entender la llamada dimensión cultural del desarrollo
sin tomar nota de cada uno de estos papeles de la cultura
Amartya Sen (1)
En los últimos tiempos la cultura ha comenzado a redefinir paulatinamente su papel frente a la economía y al desarrollo. Poco se duda ya acerca de su importancia como inductora de desarrollo y cohesión social, de su relevante papel ante la cuestión de la diversidad cultural, la integración de comunidades minoritarias, los procesos de igualdad de género y la problemática de las comunidades urbanas y rurales marginadas.
Los sectores políticos están comenzando a percibir y reconocer que la cultura juega un papel mucho más importante de lo que suponían y constatado que las decisiones políticas, las iniciativas económicas y financieras y las reformas sociales, tienen muchas más posibilidades de avanzar con éxito se si simultáneamente se tiene en cuenta la perspectiva cultural para atender las aspiraciones e inquietudes de la sociedad.
Se realza además de forma especial la contribución de la cultura como factor de cohesión ante los procesos de profundización de desigualdades económicas y de tensiones de convivencia social. Esta tendencia se percibe particularmente, en la dimensión que las mismas representan en el plano de los intercambios de bienes y servicios culturales entre las economías de las naciones.
(1) Amartya Sen
Profesor de la Universidad de Lamont y Harvard - Premio Nobel de Economía 1998.
Extraído de "La cultura como base del desarrollo contemporáneo"; Diálogos UNESCO
Documentos y encuentros Internacionales sobre Cultura y Desarrollo
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Un recorrido por el escenario histórico mundial de la cooperación cultural al desarrollo confirma los pasos dados por los organismos internacionales para incorporar la dimensión de la cultura en las acciones de desarrollo.
La UNESCO tiene un papel relevante en esta materia y promueve desde su creación la perspectiva multilateral de la cultura, basada en acciones orientadas, en los inicios a recuperar y posteriormente a proteger el patrimonio cultural material e inmaterial devastado por las guerras del Siglo XX.
A partir de entonces, su ámbito de acción ha ido evolucionando e incorporando paulatinamente el estudio de los factores, parámetros e impacto cultural del desarrollo a escala internacional.
Hacia los años setenta, los organismos de cooperación comienzan a asumir el compromiso de integrar las políticas culturales en las estrategias de desarrollo y la cultura va conformándose entonces, no ya como una dimensión accesoria al desarrollo humano, sino como parte intrínseca de la sociedad y a integrar el concepto de Desarrollo Humano a los Planes de Desarrollo.
Los primeros pasos dados en la materia, surgen en el marco de la Conferencia General de la UNESCO del año 1966 que aprueba la Declaración sobre los Principios de la Cooperación Cultural Internacional y reivindica que toda cultura tiene una dignidad y un valor que deben ser respetados y protegidos y que todo pueblo tiene el derecho y el deber de desarrollar su propia cultura.
El modelo de desarrollo que prevalecía hasta ese momento comenzaba a analizarse como una amenaza potencial para la diversidad cultural y la independencia política de los pueblos lleva a plantear el debate internacional acerca de la cuestión de la “modernidad” y la tradición.
Desde entonces, una serie de Conferencias Intergubernamentales, llevaron la iniciativa de un proceso que aboga por convertir la cultura en un asunto prioritario en las agendas internacionales de los países para la elaboración de sus políticas públicas.
En 1970, la Conferencia Intergubernamental sobre los Aspectos Institucionales, Administrativos y Financieros de las Políticas Culturales, celebrada en Venecia y organizada por la UNESCO, plantea la noción de “desarrollo cultural” y de la “dimensión cultural del desarrollo”. En esta ocasión se debate por primera vez, acerca de los temas relaciones con la cultura, sus políticas nacionales y las implicaciones del modelo de desarrollo.
Esta fue la primera de una serie de reuniones regionales destinadas a poner en marcha un proceso de reflexión sobre cómo podrían integrarse las políticas culturales en las estrategias de desarrollo. El punto de atención comienza a centrarse también por primera vez, no sólo en la educación, sino también en la cultura.
Posteriormente, Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en Europa, celebrada en la ciudad de Helsinki en 1972 , enfatizó el papel de la cooperación y el intercambio cultural a escala regional. Las conclusiones del encuentro hicieron especial hincapié en que el crecimiento económico “origina desequilibrios que se manifiestan sobre todo por una inadaptación cada vez mayor del hombre a su medio de vida y por considerar objetivo primordial el progreso cuantitativo, siendo así que el desarrollo de una sociedad debería tender al mejoramiento cualitativo de la vida".
La Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en Asia, celebrada en el año 1973 en Indonesia, desarrolló los principios adoptados en Venecia y Helsinki, invitando a los Estados "a formular sus objetivos económicos y sociales en una perspectiva cultural más amplia y a reafirmar los valores que favorecen la edificación de una sociedad verdaderamente humana".
Posteriormente, en 1975, la Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en África, celebrada en Accra, amplió la extensión de la noción de cultura más allá de las bellas artes y del patrimonio cultural, para abarcar una visión más amplia del mundo, de las creencias, las tradiciones y especialmente del sistema de valores, inaugurando así la concepción del patrimonio cultural inmaterial.
La Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en América Latina y el Caribe (Bogotá, 1978) enfatizó la necesidad de vincular la cuestión del desarrollo cultural con la idea del mejoramiento global de la vida de los pueblos y trajo la cuestión de la identidad cultural como uno de los temas claves de la agenda.
La Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales (MONDIACULT) celebrada en México en 1982, aprobó la definición de la cultura y estableció un vínculo irrevocable entre cultura y desarrollo, afirmando asimismo que "sólo puede asegurarse un desarrollo equilibrado mediante la integración de los factores culturales en las estrategias para alcanzarlo". El encuentro dio un importante paso en la evolución de las ideas sobre la cultura y sus conclusiones y recomendaciones sirvieron de modelo e inspiración para las políticas culturales de las Naciones durante más de una década.
El concepto de desarrollo era para este entonces replanteado y su contenido enriquecido por las nuevas visiones globales.
La idea que quizás plasma mejor su concepción es la visión que dejó el Informe Brundtland de 1987, fruto de los trabajos de la Comisión de Medio Ambiente y desarrollo de las Naciones Unidas, cuando plantea que “el desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Esta definición asume uno de los Principios de la Declaración de Río de Janeiro de 1992: "Aquel desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro, para atender sus propias necesidades".
Si la década de los años ochenta estuvo marcada por las conclusiones que aportó la Conferencia de México, los años noventa están signados por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Cumbre Mundial de la CNUMAD) celebrada en Río de Janeiro en 1992, que representó un punto de quiebre en el modo de concebir y entender el medio ambiente y el desarrollo. Los líderes mundiales adoptaron el Programa 21, un plan para alcanzar el desarrollo sostenible en el siglo XXI. El Programa 21 ofrecía un plan de acción integral para lograr un desarrollo sostenible y para abordar aspectos ambientales y de desarrollo de una manera integral a niveles local, nacional y mundial.
La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (CMDS), celebrada en Johannesburgo en el 2002, sirvió para revisar los avances y las carencias a diez años de Río. Uno de los resultados fundamentales de la CMDS fue el llamado que se hizo para plantear iniciativas en asociación que aspiran a ejecutar un desarrollo sostenible para complementar los diversos compromisos intergubernamentales. Fue en la CMDS donde se lanzó la Iniciativa Agricultura y Desarrollo Rural Sostenible (ADRS) como una acción liderada por la sociedad civil.
A partir de entonces, la UNESCO inicia el proceso que denomina Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural (1988-1997), durante el cual se movilizó a la comunidad internacional ante los objetivos propuestos para trabajar en la agenda de cultura y desarrollo: reconocer la dimensión cultural del desarrollo; afirmar y enriquecer las identidades culturales, aumentar la participación en la vida cultural y fomentar la cooperación cultural internacional, eran los objetivos.
Durante el Decenio, se marca un progreso sustancial en la incorporación de la dimensión cultural del desarrollo en las políticas. Se inician entonces numerosos proyectos y se impulsan nuevas redes. Se refuerza la colaboración entre organizaciones que prestan asesoramiento a los gobiernos en materia de políticas y refuerzan las capacidades endógenas, en particular en el ámbito de la administración cultural. Este proceso provocó el trabajo realizado por la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo que concluyó en 1995.
En 1997 se publica el famoso Informe Mundial de Cultura y Desarrollo: “Nuestra Diversidad Creativa”, que plantea un cambio radical en las visiones sobre el desarrollo: “Un desarrollo disociados de su contexto humano y cultural es un crecimiento sin alma.... La cultura, por importante que sea como instrumento del desarrollo, no puede ser relegada a una función subsidiaria de simple promotora del crecimiento económico. El papel de la cultura no se reduce a ser un medio para alcanzar fines, sino que constituye la base social de los fines mismos. El desarrollo y la economía forman parte de la cultura de los pueblos”.
El informe, resultado de los trabajos de la Comisión Mundial de la Cultura y del Desarrollo, sintetiza los debates que han dado lugar a una nueva noción de creatividad, que abre alternativas capaces de dar curso libre a los múltiples aspectos culturales del desarrollo. La Agenda Internacional, elaborada por los miembros de la Comisión, comprende las recomendaciones que deben servir de base para las acciones en diversos ámbitos, tales como los derechos culturales de las minorías, el pluralismo y la competencia en los medios de comunicación, los derechos y el papel de las mujeres y, por fin, la posibilidad de una ética compartida como fundamento de una «gobernabilidad» mundial.
En 1998, el Plan de Acción sobre las Políticas para el Desarrollo resultado de la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el Desarrollo, celebrada en Estocolmo, establece recomendaciones a los Estados miembros, situando la política cultural como un componente central de la política de desarrollo y promoviendo “la integración de las políticas culturales en las políticas de desarrollo, en particular en lo que respecta a su interacción con las políticas sociales y económicas”.
En el año 2003, se aprueba a iniciativa de la UNESCO la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Se trata de un documento que marca prioridad sobre el tema de la protección del patrimonio inmaterial, estableciendo su definición y la importancia de avanzar en la sensibilización en los ámbitos locales, nacionales e internacionales en la materia.
En 2004 el Programa parar las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publica el Informe sobre Desarrollo Humano en el que se destaca el amplio potencial de la humanidad para crear un mundo más pacífico y próspero si se incorpora el tema de la cultura a la práctica y a la teoría más convencional del desarrollo. Ello no implica sustituir prioridades tradicionales que seguirán estando ampliamente vigentes, sino se trata de complementar y fortalecer los objetivos. El documento establece que la libertad cultural constituye una parte fundamental del desarrollo humano y en él se trata por primera vez la cuestión de los indicadores sociales de la libertad cultural y del estímulo de las capacidades culturales.
La Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO ratificada en París en el año 2005, hace especial hincapié en los temas que vinculan la Cultura y el Desarrollo y específicamente reafirma que la diversidad cultural crea un mundo rico y variado que acrecienta la gama de posibilidades y nutre las capacidades y los valores humanos y que por tanto constituye, uno de los principales motores del desarrollo sostenible de las comunidades, los pueblos y las naciones.
El documento destaca especialmente la necesidad de incorporar la cultura como elemento estratégico a las políticas de desarrollo nacionales e internacionales, así como a la cooperación internacional para el desarrollo, teniendo en cuenta asimismo la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas (2000), y la especial atención que éste documento otorga a la erradicación de la pobreza. Asimismo, reafirma la importancia del vínculo existente entre la cultura y el desarrollo para todos los países, en especial aquellos en vías de desarrollo, y se reafirma en la necesidad de apoyar las actividades realizadas en el plano nacional e internacional para que se reconozca el auténtico valor de ese vínculo.
La Carta Cultural Iberoamericana adoptada por la XVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Montevideo, en 2006, sienta las bases para la estructuración del espacio cultural iberoamericano y para la promoción de una posición más fuerte y protagonista de la Comunidad Iberoamericana ante el resto del mundo en uno de sus recursos más valiosos, su riqueza cultural.
La Carta destaca el valor estratégico que tiene la cultura en la economía y su contribución fundamental al desarrollo económico, social y sustentable de la región y remarca especialmente a través de uno de sus principios, que los procesos de desarrollo económico y social sustentables, así como la cohesión e inclusión social, sólo son posibles cuando son acompañados por políticas públicas que toman plenamente en cuenta la dimensión cultural y respetan la diversidad.
Instrumentos normativos y documentos de referencia Internacionales
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Conferencia General de la UNESCO
París, 1966
Venecia, 1970
(inglés)
Helsinki, 1972
(inglés)
Indonesia, 1973
(inglés)
Accra, 1975
(inglés)
Bogotá, 1978
México, 1982
Río de Janeiro, 1992
Estocolmo, 1998
Johannesburgo, 2002
Johannesburgo, 1992
Declaración del Comité Intergubernamental, 1997
Unesco, 2005
1996
Estocolmo, 1998
París, 2003
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
París, 2005
Montevideo, 2006
El propósito de la Agenda 21 de la cultura es contribuir a formular respuestas a los retos del desarrollo cultural que la humanidad afronta en este siglo XXI. La idea inicial del proyecto mantiene muchas similitudes con el proceso que se desarrolló en torno al tema del medio ambiente a finales del siglo XX. El momento coincidía entonces con la constatación de que los modelos de desarrollo vigentes eran excesivamente depredadores de los recursos y ecosistemas naturales. La movilización de la opinión pública mundial, los gobiernos y las instancias internacionales provocÓ la creación de redes y organizaciones con alta participación social y del llamado “Tercer sector”.
Actualmente está naciendo una concienciación similar en el campo de la cultura y se asume un papel central en la globalización pero sin instancias ni instrumentos de debate público. Justamente por ello es necesario desarrollar acuerdos que defiendan la diversidad cultural y recalquen la importancia de la creación y la participación cultural de la sociedad.
Estos son los fundamentos que han llevado al Foro de Autoridades Locales de Porto Alegre, en Brasil, con el auspicio de la ciudades de Barcelona y Porto Alegre, a proponer una Agenda 21 de la cultura.
Mediante la aprobación de la Agenda 21 de la cultura, las ciudades firmantes asumen un instrumento que señala los aspectos críticos del desarrollo cultural en el mundo y toman el firme compromiso de hacer que la cultura sea una dimensión clave de sus políticas urbanas. De esta forma, los gobiernos locales afiliados a la Agenda 21, desarrollan actualmente un papel clave para poner la globalización al servicio de los ciudadanos y para potenciar la necesidad de una cultura abierta y diversa.
La Estrategia de Cultura y Desarrollo del Plan Director de la Cooperación Española 2005-2008
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El Plan Director de la Cooperación Española 2005-2008 ha introducido la cooperación cultural como elemento fundamental para el desarrollo sostenible y dentro de sus objetivos ha establecido por primera vez que los trabajos emprendidos han de contribuir a aumentar las capacidades culturales de los individuos y las sociedades en las que se interviene, para que aquellos puedan ejercer, con autonomía, su libertad cultural, así como para aprovechar las posibilidades que ofrece la acción cultural en el exterior como factor de desarrollo.
La cooperación ha de integrar la perspectiva cultural en sus actuaciones y contenidos, poniendo los recursos disponibles al servicio del cambio social. Para ello es preciso, que los actores de la cooperación aprehendan las potencialidades de la cultura de cara a conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de modo que la cooperación española sume sus esfuerzos a los que diferentes organismos internacionales están llevando a cabo.
Se trata de una estrategia que se aborda como un proceso que, integrando las trayectorias y prácticas existentes, pretende abrir un amplio campo de posibilidades a los actores de la cooperación, que permita avanzar hacia un tratamiento más preciso de las posibilidades de la cultural, como una importante dimensión de la lucha contra la pobreza y contra la exclusión social. Al mismo tiempo, intenta incorporar a los creadores y emprendedores de la vida cultural a las dinámicas de desarrollo local y nacional, pues, necesariamente deben tener un papel activo en los proceso de progreso y democratización de sus sociedades.
La Estrategia Cultura y Desarrollo presta especial atención a los jóvenes y a las mujeres, dos colectivos tradicionalmente poco visibilizados en el sector cultural si bien con especial relevancia en el mismo.
El plan pretende conciliar, unir y aprovechar el potencial de las sinergias de la cultura y la cooperación con los objetivos de desarrollo
El reconocimiento de la diversidad cultural es un vehículo imprescindible para fomentar la convivencia, la gobernanza y la cohesión social.
Para llevar a cabo esta política se establece una estrategia sectorial que contempla las siguientes líneas de trabajo:
Formación de Capital humano para la gestión cultural con énfasis en proyectos de cultura y desarrollo.
Facilitar y fomentar los procesos que contribuyan a la creación de recursos humanos; potenciando su autonomía en la gestión de las diferentes dimensiones de la vida cultural con incidencia en el desarrollo.
Dimensión Política de la Cultura en su contribución al desarrollo.
Investigar en los diferentes aportes que las políticas culturales pueden realizar para contribuir a la mejora de la gobernabilidad, fomentando el desarrollo institucional cultural, estimulando la participación ciudadana e implementando mejores mecanismos de participación de la sociedad civil, contribuyendo de esta forma a una mejor gobernabilidad
Dimensión económica de la cultura en su contribución al desarrollo.
Investigar los posibles aportes de la cultura para el desarrollo del sector económico; mediante el fomento, creación, y producción de empresas, industrias e instituciones culturales y creativas. Fomentando empleos culturales, estimulando su conexión con otros sectores productivos como el turismo; potenciando su versatilidad en la construcción de una creatividad productiva. Dinamizando en definitiva un campo en expansión que puede contribuir decisivamente al desarrollo social.
Relación y nuevos vínculos entre Educación y Cultura.
Reforzar las estructuras y contenidos culturales en los procesos de educación formal. Buscando una mejor comprensión y participación de los alumnos en los fenómenos culturales y artísticos contemporáneos.
Apoyo a los procesos seguidos con el patrimonio cultural.
Apoyar y trabajar con los múltiples procesos existentes en conservación, restauración, preservación y puesta en valor de los bienes patrimoniales, tanto los materiales como los inmateriales. Buscando la contribución que todos estos esfuerzos puedan aportar al desarrollo sustentable.
Impulso a los procesos de reconocimiento de los Derechos Culturales.
Reforzar la sensibilidad en las sociedades por los temas relacionados con la Diversidad Cultural. Potenciar los estudios en los diferentes aspectos de la legislación cultural, que abarcan desde derecho de autor hasta conservación de bienes patrimoniales. Del mismo modo esta línea reforzará las acciones para la inclusión social; tan necesaria en el proyecto multicultural en que hoy día nos está insertando la globalización.
Estímulo a los procesos científicos tecnológicos y su relación con el desarrollo.
Facilitar la cooperación científico técnica, tanto de expertos e investigadores, como de universidades. Se ahondará en la colaboración, cooperación y cogestión, de proyectos; de manera que se mejoren las potencialidades que puedan contribuir a mejorar la calidad de vida y el bienestar de la población
Desarrollo de los vínculos entre Comunicación y Cultura.
Potenciar en las comunidades procesos propios en el ámbito comunicativo, contribuyendo de esta forma a la inserción de los diferentes sectores que componen la comunidad, dando voz a los que no la tienen y reconociendo a través de estos nuevos proyectos a quienes siempre fueron silenciados. Del mismo modo se trabajará en la formación de públicos, generando nuevas industrias culturales y estimulando que de la cooperación se pase a la coproducción.
Engel, Paul G. H.
En un mundo globalizado y ante los retos globales compartidos (los Objetivos del Milenio de la ONU, el mantenimiento de la paz internacional, las negociaciones comerciales de la OMC, etc.), la política de desarrollo ha dejado de ser un área política internacional autónoma y ha pasado a entenderse como parte de una actuación internacional concertada. El autor analiza dos vías fundamentales: una gestión adaptable y el aprendizaje organizativo.
Revista CIDOB d’Afers Internacionals
García Canclini, Néstor
El vínculo de la cultura con el desarrollo es valorable por su modo de construir ciudadanía. En una época de industrialización de la cultura, los derechos no se limitan a la protección del territorio, la lengua y la educación. El derecho a la cultura incluye lo que podemos llamar derechos conectivos, o sea el acceso a las industrias culturales y las comunicaciones.
Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
Hernández, Tulio
Relato del proceso de la confluencia entre los aportes de las ciencias sociales y de la teoría de la cultura. El enfoque sobre Desarrollo Humano adoptado por el PNUD, ha significado un profundo cambio conceptual, a partir del cual se pueden articular nuevas propuestas de políticas públicas, siempre expuestas al momento de su evaluación en la práctica gobernante. Dos tentaciones a vencer: una, que desde la cultura se pueden resolver todos los problemas y otra, la limitación de lo cultural a las experiencias más folclóricas.
Revista Quórum nº 17 año 2007 - Universidad Alcalá de Henares
Kliksberg, Bernardo
El trabajo de Kliksberg es una invitación a resituar la cultura y lo cultural en un lugar destacado dentro del proceso de desarrollo. Sin embargo, el autor no pierde de vista que aunque la cultura es un instrumento privilegiado para alcanzar mayores niveles de progreso económico y social, no es un mero instrumento. El desarrollo cultural es un fin en sí mismo porque da sentido a nuestra existencia.
Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL)
Martí, Jordi
En la última década del siglo XX, instituciones públicas, privadas y organizaciones no gubernamentales (ONGs) respondían al impulso de estas últimas y acordaban la Agenda 21 como base para la realización de planes de acción locales, estatales, nacionales o corporativos para el medio ambiente
Pensar Iberoamérica. Revista de Cultura
Martinell, Alfons
Reflexiones breves pero concretas que evidencian la contribución de la cultura al desarrollo. El respeto a la diversidad cultural atraviesa y conforma el Plan Director de la Cooperación Española 2005- 2008, según se especifica en sus dos grandes apartados: cooperación con los pueblos indígenas y cooperación cultural para el desarrollo. Las plusvalías que aporta la cultura, como factor de construcción de ciudadanía se pueden analizar a través de diversas manifestaciones populares, la vivencia de recuperación del espacio público, la convivencia con los servicios públicos, etc. Aquí se presentan algunos de los ejes que permiten descubrir un ámbito algo olvidado de la cooperación al desarrollo.
Revista Quórum nº 17 año 2007 - Universidad Alcalá de Henares
Mato, Daniel
Los complejos de relaciones transnacionales (entre actores sociales basados en diferentes países, o naciones-Estado) se organizan y sostienen en torno a la producción de ciertos tipos específicos de representaciones sociales; en este caso en torno a representaciones de ideas de cultura, de desarrollo y de identidades y diferencias étnicas y raciales. En este sentido, puede decirse que estos complejos de relaciones transnacionales observables en el Festival constituyen un tipo particular de “complejo transnacional de producción cultural”.
En: Daniel Mato (coord.): Políticas de identidades y diferencias sociales en tiempos de globalización. Caracas: FACES – UCV, pp: 331 - 354.
Radl, Alejandra
El verdadero desarrollo es aquel que coloca al hombre en el centro de este proceso y le otorga la posibilidad de acceder a una existencia más plena y más valiosa. Un modelo de desarrollo exitoso es el que se adapta a las características particulares de las distintas sociedades, tales como sus necesidades, expectativas, instituciones e historia. La cultura, entonces, constituye un elemento invalorable para potenciar el desarrollo económico y social.
Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL)
Rey, Germán
El desarrollo humano ocupa la escena y lo hace desde las orillas más opuestas: unas veces desde las teorías psicológicas que buscan explicar la ontogenia y otras desde los manuales de superación que se solazan en vulgarizar aparentes caminos de autorrealización. Está presente en elaborados informes de las Naciones Unidas, en donde el concepto de desarrollo humano es observado a través de indicadores nacionales o en las teorías económicas y sociales más contemporáneas que discuten, por ejemplo, la importancia de la conformación de capital social.
Pensar Iberoamérica. Revista de Cultura
Rish Lerner, Erik
Departament de Cultura. Generalitat de Catalunya
Investigación sobre la aplicación de las políticas culturales en las
estrategias de regeneración urbana. Su finalidad es demostrar que la cultura, no solo
puede llegar a generar beneficios económicos, sino que puede modificar patrones de comportamiento a nivel comunitario generando cohesión social como herramienta para el estimulo de las aspiraciones colectivas e individuales.
Rivas, Patricio
La cultura no es un factor agregado sino el elemento intrínseco del desarrollo. Pero la experiencia latinoamericana evidencia que en la relación entre desarrollo y cultura deben intervenir al menos dos factores: un concepto de desarrollo que implique la ampliación de las libertades, el mejoramiento de la calidad de vida y la inclusión de los sectores alejados de los centros de decisión y, por otra parte, una voluntad política que favorezca, en programas y en presupuestos, el aumento de los recursos destinados a la cultura. La centralidad de la cultura en los procesos de desarrollo configura la aparición de nuevos actores y asuntos hasta ahora marginados.
Revista Quórum nº 17 año 2007 - Universidad Alcalá de Henares
Romero Cevallos, Raúl
¿Cómo concebir una política de Desarrollo que excluya una política Cultural? ¿Cómo definir una política Cultural que no se inserte en la política de Desarrollo? La acción humana colectiva requiere motivación y ésta surge de un contexto cultural entendido como estructura, integración de sentidos, creencias, conocimientos y valores que se expresan en dimensiones económicas, sociales, políticas, éticas y estéticas.
Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Cuadernos PNUD. Serie Desarrollo Humano
Sen, Amartya
El reconocido economista bengalí ofrece argumentos para destacar la importancia de la Cultura en el Desarrollo y argumenta sobre el crecimiento económico como instrumento y no cono un papel de base, como los que mantienen los aspectos culturales de la vida humana.
Revista Voces nº 25 - Universidad de Río Cuarto
Vicario, Fernando
La relación entre ambos conceptos se ve dificultada por el problema de la medición de sus resultados. Sin embargo, su imbricación es prioritaria y debe planearse desde las raíces de la necesidad de encontrar lenguajes y medios comprensibles y significativos. Llenar de cultura los contenidos de la cooperación y el desarrollo sostenible es humanizar, diferenciar, reconocer y promover un sentido profundamente nuevo y distinto de las relaciones entre pueblos y culturas. Es necesario luchar sin miedo contra la homogeneización de los comportamientos y la construcción de la diversidad.
Revista Quórum nº 17 año 2007 - Universidad Alcalá de Henares
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