Luperón un hombre excepcional.


Domingo Núñez
En el 184 aniversario del natalicio del general Gregorio Luperón
Este viernes 8 de septiembre de 2023, conmemoramos el 184 aniversario del natalicio del general Gregorio Luperón, héroe nacional y patriota. Domingo/La Revista publicará un series de trabajos entregado en varias entregas que hablan de la vida y obra de este dominicano excepcional: General de División Gregorio Luperón.



Domingo Núñez posa frente a los óleos de Duarte y Luperón pintado por el pincel de la patria Miguel


 Núñez


Al filo de la madrugada, un 8 de septiembre 1839, por los lares de Puerto Plata, una partera sudaba la gota gorda: el ser por venir presentaba dificultades para salir. La comadrona luchaba denodadamente para salvar a ambos, a la madre y a la criatura que estaba por llegar. La empírica practicante de parto gano la batalla. La negra Nicolasa Duperron y el mulatillo Gollito vivieron para contarlo.

Nicolasa Duperron, además de Gollito, con Pedro Castillo, procreó otros hijos: José Gabriel (1836—1873), Bernardo (1840—1884), Manuela, Dolores y Ramona Luperón.

Nicolasa Duperron de cuna humilde, mujer de origen de una de las islas caribeñas colonizadas por Francia. El apellido Duperrón era francés se convirtió posteriormente en Luperón.

Nicolasa, separada de su pareja, Pedro Castillo, tuvo que enfrentar la manutención y educación de sus hijos. De Nicolasa, Rufino Martínez la describe así: “Mujer vigorosa, dueña de sí, que imponía a los hijos la virtud del trabajo”. (Rufino Martínez. Diccionario biográfico—histórico dominicano. 1821—1930) .

El vástago de Nicolasa Duperron y Pedro Castellano, quien naciera un 8 de septiembre 1839, desde tierna edad, evidencio cualidades y caracteres diferenciados de los demás niños de la comunidad. Cariñosamente, al ávido infante, le llamaron Gollito. Su madre puso mucho empeño en su educación, al igual que sus otros hijos, al inculcarle valores importantes: el amor al trabajo, la honestidad, el patriotismo y otras cualidades.
Gregorio Luperón, con la estrechez económica en su hogar materno tuvo que trabajar desde niño para colaborar en la economía familiar. En el ventorrillo de su madre, Luperon dió los primeros pasos y conoció la escasez y los largos sudores por el escaso pan.

Don Rufino relata en su libro «De los rapazuelos» que Gollito, en bandejas vendía frutas y dulces por las calles y plazas; se veía con frecuencia el llamado «Gollilto», detenido en la puerta de la escuela del pueblo. A este niño le tomaron cariño por su viveza, incesante curiosear y natural interés por aprender. Así, poniendo la bandeja en un lado del salon, aprendió las primeras letras». ( Rufino Martinez,Hombres Dominicanos, Santo Domingo, tomo II, p.203).

El pastor William Towler se intereso en el niño apodado Gollito, por su curiosidad y deseo de conocimiento; lo alfabetizó y enseñó los conceptos básicos de la instrucción primaria. El Reverendo William Tawler llegó a Puerto Plata a comienzos del año 1838, como ministro wesleyano de la Iglesia de la Sociedad Metodista de Londres, Inglaterra, con sede en Puerto Plata. De acuerdo con George Lockward, el Reverendo William Tawler “…tuvo el singular privilegio de ser el único maestro que tuvo Luperón, según lo atestigua el mismo héroe nacional dominicano en sus memorias”. Se ha afirmado que: “de seguro la relación entre Dubocq y Luperón se produjo a través de los misioneros wesleyanos establecidos en Puerto Plata”.

Lockward afirma: «Fue el mismo Luperon quien se jacto de que había tenido un solo maestro, un pastor protestante que le enseño las primeras letras, William Towler. (Protestantismo en Dominicana, Lockward,pp 192-193.
En los tiempos en que Towler educo a Luperon fueron tiempos de gran desafio. Apartándose de las normas de las elites dominantes, estos misioneros se acercaron a los pobres de la comunidad de Puerto Plata.




En el año 1851, el imberbe Luperon, cuando apenas tenía 12 años de edad dejó el hogar materno para irse a vivir a Jamao, donde se radicó para luego dirigir los cortes de caoba de don Pedro Eduardo Dubocq quien se convirtió en su protector. El Señor Dubocq, antiguo oficial del Ejército Francés con ideas liberales tenía abundante libros militares, donde Luperon aprendió la guerra de posiciones; luego se presentó a esos lugares el general Ramón Mella, amigo de Pedro Dubocq, con quien Luperón trabó amistad, siendo su profesor en la guerra de guerrilla. El señor Dubocq también, fue muy amigo de Juan Pablo Duarte, padre fundador de la Republica.

En la escuela misional, Luperon no solo aprendió a leer y escribir, sino que tuvo la oportunidad de aprender ingles, francés y sobre todo tener un conocimiento de la doctrina cristiana. Siempre preservó con él un ejemplar de la Biblia en el idioma francés. Tenía dotes para la oratoria y en la biblioteca de su patrón pudo iniciar una sólida formación autodidacta accediendo a lecturas selectas, como por ejemplo «Vidas paralelas» de Plutarco, libro que lo marcaria y lo inspiró a ser el hombre que fue, confesado por el propio Luperón. Un gran pensador ingles dijo que «L a verdadera la universidad hoy día son los «Libros», y esta verdad, a pesar del desarrollo que modernamente han tenido las instituciones docentes, en la actualidad es mas cierta que nunca. Nada aprende mejor el hombre que lo que aprende por si mismo, lo que le exige un esfuerzo personal de búsqueda y de asimilación; y si los maestros sirven de guías y orientadores, las fuentes perennes del conocimientos están en los libros».

Luperón que vino al mundo a penas de milagro en riesgoso parto con la colaboración de una rudimentaria partera. El niño Gollito, desde su nacimiento vino revestido de una aura de misticidad.

Silvio Rodriguez, cantautor cubano, quien le canto a la vida, al amor, a la patria y al porvenir, un día soltó de su mente y corazón, unos versos dedicado al guerrillero heroico, Ernesto «Che» guevara. El contenido de estos versos muy bien aplican al protagonista de nuestra historia, General Gregorio Luperon, Gollito llamado cariñosamente en sus años de mozalbete.

Ahi les va la Canción «Del Elegido» de Silvio Rodríguez:

«Siempre que se hace una historia, se habla de un viejo, de un niño o de sí.
Pero mi historia es difícil. No voy a hablarles de un hombre común.
Haré la historia de un ser de otro mundo, de un animal de galaxia.
Es una historia que tiene que ver con el curso de la Vía Láctea.
Es una historia enterrada. Es sobre un ser de la nada.
Nació de una tormenta, en el Sol de una noche del penúltimo mes.
Fue de planeta en planeta buscando agua potable, quizás buscando la vida o buscando la muerte, eso nunca se sabe. Quizás buscando siluetas o algo semejante que fuera adorable o por lo menos querible, besable, amable.
Él descubrió que las minas del rey Salomón se hallaban en el cielo y no en el África ardiente como pensaba la gente.
Pero las piedras son frías y le interesaban calor y alegrías.
Las joyas no tenían alma solo eran espejos, colores brillantes
y al fin, bajó hacia la guerra ¡Perdón! Quise decir a la tierra.
Supo la historia de un golpe sintió en su cabeza cristales molidos y comprendió que la guerra era la paz del futuro.
Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida.
La última vez lo vi irse entre humo y metralla, contento y desnudo
iba matando canallas con su cañón de futuro, iba matando canallas con su cañón de futuro.


Luperón, desde aquella madrugada, que recibió por primera vez la luz cósmica de la vía láctea de la galaxia de nuestro sistema solar, llego fulgurante como un ser de la nada que vino a este mundo impregnado de una aura de predestinado. Si, nuestro héroe no fue un hombre común. «Es la historia de un ser de otro mundo» Vino a la vida como un predestinado. El concepto predestinado se utiliza en el ámbito de la religión para nombrar al designio de Dios que selecciona a través de la gracia divina, a las personas que alcanzarán la gloria.

Según los detinistas : «Se conoce como destino a la fuerza sobrenatural que actúa sobre los seres humanos y los sucesos que éstos enfrentan a lo largo de su vida. El destino sería una sucesión inevitable de acontecimientos de la que ninguna persona puede escapar. La existencia del destino supone que nada ocurre por azar sino que todo tiene una causa ya predestinada, es decir, los acontecimientos no surgen de la nada sino de esta fuerza desconocida.
Desde un ámbito espiritual, la vida de nuestro Luperon estuvo marcada por un sesgo de cierto grado de misticidad, una especie de Diossidencias como muchos cristianos llaman a los fenómenos paranormales, como si una fuerza natural determinara el curso de sus luchas, anhelos y propósitos.

«Regularmente, el hombre poco común, nace con una predisposición… por un lado, los hombres de talentos, de acción y por otro, los hombres de fe, de filosofia, hombres de ideas. Los primeros,son los hombres de talentos y de acción, otros hombres se identifican con la fe, la filosofía, hombres de ideas. Ambas clases de hombres van demasiado lejos». (Carlyle y Emerson, de los «Héroes, hombres representativos)» Gregorio Luperon, el consagrado a las causas nobles y justa del pueblo dominicano, trajo al mundo en su intrínseca personalidad ambos aspectos: Hombre de talentos y de acción y hombre de fe, de filosofía e ideas. Ambas cualidades se complementaban en la regia e indómita figura de la primera espada de la Guerra de la Restauración.




Luperón, desde temprana edad, mostró su verdadera personalidad a través de sus decisiones, acciones, motivaciones, sentimientos y emociones; sus familiares, amigos y relacionados comenzaron a prodigarle respeto y admiración. Gregorio Luperón, salido de las mismas entrañas del pueblo, fue un arquetipo de héroe y patriota, admirado e idealizado por su coraje, logros sobresalientes y cualidades nobles. Según el diccionario académico de la RAE, la persona “HÉROE” lo describe como una «persona ilustre y famosa por sus hazañas o virtudes. Debe ser valiente, honesto, debe pensar en los demás, tener valores, ser seguro de sí mismo, y persigue sus objetivos sin importar los obstáculos. Los héroes nos inspiran, nos motivan y nos ayudan a creer que cualquier cosa es posible. Igualmente, nos hacen ver formas de enfrentarnos a retos que nos presenta la vida y nos inculcan valores y virtudes importantes como la fortaleza, la amistad y la perseverancia». A pie de juntilla, esa fue en lo absoluto la personalización de nuestro héroe, General Gregorio Luperon.

En su ideario, Gregorio Luperon nos da una muestra de lo que significo su relación con la Iglesia Metodista Wesleyana. De ella adquirió «su forma de pensar, su gran contenido moral y su forma de vida, su fe, una vida llena de amor, capaz de entregarse por la libertad de su patria». (Jose Checheco, compilador. Ideario de Luperon, Santo Domingo, Biblioteca taller(1997)

El general Gregorio Luperón primero, siendo un niño, fue vendedor de dulces en una bandeja en los muelles y parques de Puerto Plata. A muy temprana edad recibió sus primeras instrucciones educativas en la escuela metodista Wesleyana, de la mano del pastor William Towler. A la edad de 12 años se fue a vivir a Jamao al norte a trabajar en la finca del señor Pedro Dubocq. Allí, en la finca del señor Dubocq al poco tiempo asumió la responsabilidad de capataz para dirigir los cortes de madera. En 1857 (Revolucion 1857) asume la jefatura de un cantón militar en Jamao, su primera incursión en la vida pública. Luego monta de su propiedad una tienda de comercio en Yasica. En marzo del 1861 se concretiza la anexión de la patria a España, mutilando la Republica; Luperon fue uno de sus mas intransigentes opositores, esta oposicion lo lleva a la cárcel, en prisión fraguan su muerte. Milagrosamente escapa del cautiverio. Deambula por algunos paises de America, incluido EEUU. Durante cierto tiempo retorna clandestinamente a la patria y de inmediato se incorpora con otros anti anexionistas a la lucha contra España.

Perseguido por las autoridades colonialistas se refugia en los campos de Moca y la Vega, allí sigue atizando el fuego contra España. Con el Grito de Capotillo, el 16 de agosto 1863, se da inicio a la Guerra de la Restauración donde nuestro Luperón pasa a ser la primera espada de esta guerra patriótica donde se recuperó la república. Por estos avatares, luchas, persecuciones, exilio en tierras lejanas y desconocidas, decepciones, obviamente con sus momentos de gloria. Por todo esto hubo de pasar nuestro Luperón antes que la República entera lo reconociera como todo un prócer de la patria.

Ya antes, el 7 de julio de 1857, estalló en Santiago un movimiento cívico militar con el propósito de derrocar el Gobierno del presidente Buenaventura Báez. De inmediato sus voceros anunciaron la integración de un Gobierno Provisional con sede en Santiago de los Caballeros. Como Presidente del Gobierno Provisional fue escogido el General José Desiderio Valverde, y el abogado Benigno Filomeno Rojas, vicepresidente. Los dos contaban con el apoyo de los productores de tabaco y el comercio del Cibao.

Luperón inmediatamente enterado del levantamiento cívico-militar y de sus propósitos contempla la posibilidad de su sumarse al movimiento y toma la decisión de renunciar de su trabajo de capataz en la finca del señor Dubocq. Poco antes de dejar su trabajo como capataz en la finca de Pedro Dubocq en Jamao, fue asaltado por un grupo de facinerosos con fines de robarle dinero del negocio de Dubocq. Enfrentó a los mismos al machete, dejando sin vida a dos de sus atacantes y heridos dos más. Dicho hecho se conoce como: El pleito de Goyito. Los lugareños de allí propagaron su fama de hombre valiente.

Ocupó en 1857 su primer cargo público como Comandante Auxiliar del Puerto Cantonal de Rincón de Yásica, siendo nombrado por el Gobierno del general José Desiderio Valverde, en donde se destacó y demostró habilidades en las armas. Se retiró al año de dicho cargo y se estableció como un pequeño comerciante en Sabaneta de Yasica, en 1858.

Al final de su último mandato, El general Pedro Santana, El 18 de marzo de 1861 proclama la reincorporación de Santo Domingo al Reino de España durante el reinado de Isabel II, cuando eso sucedió Luperón tenía 22 años. Luperón formaba parte del grupo de dominicanos que se rebelan en contra de este hecho de traición a la patria. El 25 de marzo de 1861 estando en Yásica recibe una carta en la que lo invitan a oponerse a la anexión. El 28 de marzo llega a Puerto Plata y se opuso a firmar el acta de anexión a España.

Una noche, El 3 de agosto de 1862, en momentos en que la ciudad de Puerto Plata, dormía entre la montaña y la mar atlántica, Luperón, Comprometido con la causa independentista, escenificó una pelea contra partidarios de la anexión española que le llevó a la cárcel. Fue apresado y encerrado por orden del General de las Reservas Provinciales de Santo Domingo Ceferino Suero Carmona quien ya estaba enterado de las actividades revolucionarias de Luperón por Sosúa y San Felipe de Puerto Plata. De su encierro escapó milagrosamente para buscar refugio primero en Haití y después en los Estados Unidos y otros paises.

El hecho bochornoso de anexión del país a España, el 18 de marzo de 1861, no fue recibido con el agrado y la simpatía en algunas localidades y ciudades de la República. Se desató en el ámbito nacional una persecución contra los ciudadanos opuestos a ésta. La aniquilación de la República y su respectiva entrega al imperio colonialista español por parte del general Santana, tal decisión desataría la Guerra de la Restauración (1863-1865), que enfrentó a los partidarios de la anexión a España con los independentistas o restauradores (pues su objetivo era restaurar la Primera República). Gregorio Luperón destacó como el más capaz de los generales del bando independentista, a cuya victoria contribuyó decisivamente.




Antes del grito de capotillo, el 16 de agosto 1963, que dio inicio la guerra de la restauración, Luperón había regresado al pais en forma clandestina por San Fernando de Montecristi, y toma parte en el Levantamiento de Sabaneta encabezado por Lucas de Peña en febrero de 1863, y fue encargado de extender las operaciones de la rebelión hacia San José de las Matas. El movimiento fue derrotado por el Coronel de las reservas españolas José María Checo, quien más tarde pasó al lado de los restauradores. El levantamiento fracasa debido a que todavía la gran porción de la población tenía actitudes neutrales o favorables hacia la anexión. Tras la derrota del levantamiento encabezado por Lucas de Peña en febrero 1963, Luperon se retira a las montañas y desde La Vega, forma contacto con otros rebeldes, y espera que volvieran a madurar las condiciones para la revuelta contra España.

Por fin llegaron las condiciones con el Grito de Capotillo en Dajabón el 16 de agosto del 1863 encabezado por Santiago Rodríguez y 14 hombres más, a Luperón le tocó tomar iniciativas en Moca y La Vega junto a otros patriotas.

Con el grito de capotillo, Luperón Junto a Santiago Rodríguez y Benito Monción, dan inicio a la Guerra de la Restauración en 1863. En septiembre de 1863 asumió el mando de las tropas que atacaron Santiago, donde quedó al mando del comandante en jefe de la guerra restauradora, el general Gaspar Polanco, quien había sido designado como tal por el consejo formado por Pedro Antonio Pimentel, Benito Monción y José Antonio Salcedo (Pepillo), por su antigüedad en el ejército de la primera república.

Luperón desde su puesto, hostilizó a los españoles, el 6 de septiembre en la Batalla de Santiago evidenció ser un hombre de un fuerte sentido patriótico y de gran valor en el uso de las armas y las estrategias de guerra. El 14 de septiembre de ese año fue elegido para ocupar la presidencia de la República, cargo que no aceptó.
Dado su valor y talento para las estrategias de guerra, alcanzó el rango de general en poco tiempo. El autoproclamado Primer Gobierno Restaurador de Pepillo Salcedo, con sede en Santiago, valoró pronto su patriotismo y su capacidad combativa y le encargó la Jefatura Superior de Operaciones en las provincias del sur y del este cuando se supo que Pedro Santana pretendía invadir el Cibao. Cumplio con la misión de enfrentarse al ejército anexionista comandado por Pedro Santana.

En Santo Domingo, Luperón se bate de frente al ejército español, que era comandado por Pedro Santana, por entonces Marqués de Las Carreras. Pese a ser poderoso y disciplinado, el ejército español fue derrotado en una estrategia de guerra de guerrillas, debido esto a la inferioridad en número y en calidad de medios por parte de los rebeldes. Luego reforzó las operaciones de Baní y San Cristóbal donde expulsó a los anexionistas.

El General de División Gregorio Luperon consiguió desarrollar una guerra de guerrillas que desgastó severamente las fuerzas militares españolas. Finalmente, España entregó el país a los restauradores el 11 de julio de 1865.
De Luperón dice Pedro Troncoso Sanchez (Pedro Troncoso Sánchez, Prólogo a Luperón y Hostos de Emilio Rodríguez Demorizi, 1939). «…aquel hombre extraordinario que, siendo casi totalmente un desconocido todavía después del 16 de agosto de 1863, se convirtió en muy poco tiempo, en plena campaña restauradora, en el primer soldado de la guerra antianexionista, al modo de esas montañas que por su raro fenómeno geológico irrumpen de la noche a la mañana en el suelo horizontal de una llanura» «…aquel gran Luperon que encarnó el mejor tipo de dirigente dominicano por reunir en su persona un alma templada, una voluntad férrea, una mente idealista y un corazón generoso».

Luperón, restaurada la República, regresó a Puerto Plata, donde sus compueblanos le recibieron como a un auténtico héroe nacional. Tras la restauración de la República, Luperón recibió la admiración del pueblo dominicano.

Hasta aquí nuestra primera entrega de este trabajo que estamos realizando: Luperón un hombre excepcional.
La próxima entrega: La Segunda República. El Partido Azul del cual, Luperón fue su líder. Su amistad con Hostos, Betance. Ideario antillanista. Luperón y los gobiernos azules. En una tercera entrega habrán otros temas relativo a nuestro heroe, General Gregorio Luperon.


Domingo Núñez

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