Vargas Vila: Obras, estilos y técnica



Obras, estilos y técnica de

El hilo conductor de la obra de Vargas Vila es, sin duda, la protesta, que alimenta sus primeros panfletos en donde se ejercita en la oratoria, intentando imitar a los clásicos. Él mismo señala sus modelos cuando define el libelo, la forma en que volcó su rebeldía, ante la injusticia y los abusos perpetrados por el caudillismo en Latinoamérica:
"El Panegírico, es la fortaleza de los esclavos, la Libertad alza el Libelo que es la tribuna de los libres...el Libelo es la historia de la cólera...el libelista es el profeta efervescente [...] el libelista es Ezequiel el vidente; Aristófanes el sonriente; Alighieri místico; Alfieri solitario; Hugo enorme y glorioso."
(Libre estética).

Los panfletos

El origen del panfleto se remonta al libelo romano, que tenía como finalidad desacreditar a un político.

Es lo que Vargas Vila se propone en libros como Los césares de la decadencia, Los divinos y los humanos y Ante los bárbaros, en los que lanza rayos acusadores contra los que considera enemigos:
"De todas las desgracias, ninguna hay superior a la esclavitud, y de todos los animales ninguno hay más feroz que un tirano. No importa que una fortuna voluble arroje aureolas de mentida gloria sobre esas frentes malditas, y que los hombres nacidos para esclavos, los adoren de rodillas (De la tribuna). Sobre sus procedimientos literarios, conviene tener en cuenta el juicio de Rafael Maya quien arroja luces a este respecto: "Vargas Vila fue el escritor que mejor asimiló, en este Continente, ciertos procedimientos y buena parte del espíritu de Hugo, tales como su amor por la antítesis, por los paralelismos, por los retruécanos, por las contraposiciones, recursos todos de orden retórico."

Vargas Vila da forma a la ira desde sus escritos en el periódico La actualidad (1882) en los que anticipa su destino:
"Yo sabré, semejante al Sansón de las leyendas bíblicas, cuando ellos me crean vencido, agarrarme a las columnas del templo de la sanción y pereceré con todos ellos bajo el peso terrible de los hechos".

Ante los Bárbaros es el más airado manifiesto contra el imperialismo norteamericano, en un momento en el que, tras la derrota de España y la pérdida de Cuba, el mundo observaba impasible las incursiones de los Estados Unidos en la isla y Centroamérica, que se fragmentaba en pequeños Estados. Vargas Vila ponía el dedo en la llaga: 
"...ante el pensamiento conquistador, que avanza como una ola, y crece y se hincha en el corazón de aquel gigante; ante el giro tortuoso que han tomado los acontecimientos; ante la lúgubre misión del mañana amenazante; ante la ocupación próxima de Nicaragua, que puede ya considerarse como tierra por yankees conquistada; ante tanta nube en el horizonte; ante el tropel aventurero que marcha...callar es un delito." 
(Ante los bárbaros).

Si bien, en los primeros textos, sigue las normas de puntación, a partir de 1900, rompe con las reglas que considera arcaicas e impone unas a capricho en la que quiebra las oraciones y elimina el punto final, que sustituye por el punto y coma, a lo que añade las mayúsculas, más como ornamentación, como se vemos en este párrafo:
"...la Palabra Inicial, dicha por su boca, se extiende como un contagio, y gana el Mundo, multiplicando infinitamente el Sueño Heroico y Triunfal de las almas superiores;" lo que el autor justifica con estas palabras: "Si escribiera como tantos, sería uno de tantos, no sería yo."


Las novelas

Los límites entre el discurso político y lo que se pretende contar son borrosos en las narraciones de Vargas Vila. El autor expone los temas sexuales en medio de una recargada ornamentación cuya descripción dilata la consumación de los hechos sugeridos. La mirada se detiene en el interior: bibelots, joyas, telas de motivos florales exóticos, cortinajes y alfombras, atmósferas orientales en las que odaliscas embriagadas satisfacen los gustos del amante -quien suele ser un artista "hiperstésico", sediento de sensaciones raras, que ve en la mujer un objeto de lujo, cuando no un experimento-.

También se detiene en reivindicaciones políticas en las que aprovecha la ocasión para denunciar el fanatismo, el atraso y la opresión, que atentan contra la creación artística. El modelo que Vargas Vila pretende seguir es el de Zola, pero también el de d'Annunzio, aunque su propósito, sugiere, es explorar la psiquis, la interioridad del sujeto: 
"...y, yo diría, que Benjamin Constant, con Adolphe, fue el iniciador del Superhombre, en ese género de novela de la epopeya íntima, del heroísmo espiritual, del Triunfador, que Wagner primero, y d'Annunzio después, han llevado al más alto grado de exaltada Belleza, y lo diría, si no existiese aquel maravilloso Dominique, de Fromentin; ese prodigioso Breviario de Vida Íntima, y de emoción personal, que para mí, no tiene semejante sino en el Diario de Amiel..."
(Libre estética)

Rafael Maya no tiene una opinión positiva de sus novelas: 
Vargas Vila (sentado), Rafael Maya y Gregorio Castañeda Aragón. Hotel Moderno, Barranquilla, 1924."Vargas Vila desconocía por completo el arte de novelar, dentro del sentido ortodoxo de la palabra. Como todo romántico, pero, principalmente, como todo romántico procedente de Hugo, el escritor colombiano era demasiado fantasioso para seguir pacientemente un proceso narrativo o un método analítico. No tenía más técnica que la del vértigo de la imaginación. Por otra parte, su estilo nunca se adaptó a los temas tratados. Siempre era lo mismo, ya se tratase de la novela o de la proclama oratoria. Como no era un hombre de verdadera distinción espiritual, su lenguaje se resiente siempre de cierta ordinariez que no alcanza a disimular sus actitudes de esteta."

Aura o las violetas (1887) sigue el modelo romántico, que le sirve para denunciar la indefensión de la mujer, forzada a entregarse a un hombre que no ama, para resolver la precaria situación familiar.

Flor de fango (1895)
Una mujer de origen humilde, huérfana de padre e hija de una lavandera, intenta vivir honradamente de su trabajo. Luisa García, educada en los valores laicos de las Escuelas Normales, es víctima de la envidia de quienes perciben sus virtudes y de la lujuria de un cura que se propone mancillar su honor.



Ibis (1900) 
La protagonista es una mujer que ha vivido bajo el amparo de una institución religiosa. Raptada por el amante, ingresa en una vida mundana que la degrada y la convierte en una amenaza para el hombre. Aquí se presenta como una fuerza destructora, como encarnación del amor que lo debilita, por lo que debe ser vencida, para que el hombre alcance sus altos y nobles ideales.


En la trilogía El alma de los lirios (1904) el protagonista es un artista que pasa su infancia y adolescencia en la provincia hispanoamericana, antes de viajar a Europa donde intenta abrirse camino, para finalmente regresar a la patria con un hijo. En cada etapa Flavio Durán se relaciona con distintas mujeres.

En Lirio blanco, Delia, la joven casta, muere por amor y será Aureliana, la hembra que despierte sus instintos sexuales. En Lirio rojo, Flavio emprende un viaje a Italia en el que viola a una campesina, que le da un hijo, y después Eleonora lo enfrenta con su hermano, quien acaba suicidándose por celos. Flavio huye a París donde se relaciona con Hermina. Eleonora llega en busca de protección y, movida por los celos, arroja ácido en el cuerpo de Hermina. Flavio se destroza las manos con el ácido, intentando proteger a su amante...

En Lirio negro, el protagonista, que ha triunfado como artista, da cuenta de su vida durante la travesía marítima que lo lleva de regreso a la patria, acompañado de su hijo. Padre e hijo intentan vivir con el lujo y la sofisticación a que están habituados, pero chocan con la rudeza del medio. Deben enfrentarse al poder de una naturaleza que adopta la forma de una mujer fuerte y avasalladora. La explícita enunciación de un tabú cultural como el incesto, que pretende llamar la atención sobre la brutalidad de las pasiones, es escandalosa hasta el ridículo. El diálogo entre la hija y el padre, se construye con golpes de efecto:

-¡Yo te amo! ¡yo te amo! Seré tuya; nadie podrá impedirlo; nadie...
y, desapareció;
y, quedé mudo, hebeteado!...
¿era, pues, el incesto inevitable, el crimen antiguo que me tendía los brazos? ¿era el incesto, la flor de Edipo, la rosa bituminosa de Lot, que abría sus hojas en nuestra sangre y hacía su aparición en nuestra pobre raza enferma y castigada, raza de Átridas campestre?"
(Lirio negro, 1904)


Vargas Vila formula teorías respecto al género: 
"...la novela aparece, saliendo de las selvas del romanticismo a outrance, y entra en el dominio de la superioridad mental, en las orientaciones hacia la victoria definitiva del Yo, consciente y soberano."
(Libre estética). 
Esa victoria del Yo, que tanto pregona, se resiente por sus excesos, por la cantidad de elementos dispersos, por las largas disquisiciones o por las descripciones gratuitas, lo que no ocurre en sus críticas literarias ni en sus textos epigramáticos.


Crítica literaria y pensamiento

Vargas Vila ejerció la crítica literaria desde la subjetividad de sus gustos e inclinaciones ideológicas. El referente es Taine que le sirve para apoyar teorías en argumentos medioambientalistas.

En las cimas y Sombra de águilas establece siempre una relación entre la obra de arte y la personalidad del artista. Así descalifica o exalta por razones políticas, por aspectos biográficos o tendencias, a autores como Renan, Taine, Tolstoi, Merimee, De Maistre, Nietzsche, Ibsen, Valle- Inclán, Gener, Bloy o Carlyle. Recurre a las comparaciones, los paralelismos y las paradojas. 
Respecto a Tolstoi e Ibsen dice:
"el sol al reflejarse sobre los pantanos de nieves y de lágrimas de Tolstoi, hace reflejos de desolación, como en las aguas verdosas de las paludes de Siberia; al reflejarse en las moles radiosas de Ibsen, les da resplandores de estrellas polares, caídas en el océano. Tolstoi, habla en nombre de la Piedad. Ibsen, en nombre de la justicia".

Para Vargas Vila el momento de la creación es una revelación. Así intenta acercarnos con sus metáforas a Nietzsche:
"os habla a veces, y, no podríais decir de dónde viene su voz; ¿del cielo? ¿del abismo?...¡Callad!...es el trueno...¿no escucháis cómo ese trueno se hace lentamente dulce y musical? expira como un beso de madre, sobre una frente pensativa?"

Para el modernista que hay en él, la belleza es la finalidad del arte, es la materialización del ensueño. Solo el artista entra en posesión absoluta y luminosa de las cosas que se reflejan en el fondo de su consciencia. Esa búsqueda de la belleza solo puede ser subjetiva y obedece, según Vargas Vila, a un sentimiento que emana del interior de la consciencia.

De otra índole son libros como El ritmo de la vidao Huerto agnóstico, Horario reflexivo y Antes del último sueño donde transmite el autor la hondura de su pensamiento en frases breves y punzantes que se refieren a algún aspecto de la condición humana, a la muerte, a la historia, a la sociedad.

Son textos híbridos que podrían despertar algún interés en el presente, ya que no se ajustan a ningún género. En ellos discurre su pensamiento sin el encorsetamiento de las formas.

Más que el adjetivo altisonante o rebuscado, domina en sus frases la audacia del contraste y de la paradoja. Algunos ejemplos de estos libros son más elocuentes que cualquier comentario.

De los viñedos de la eternidad

"La Religión, es la música de los instintos empeñados en formarse un sentimiento."
"La elegancia hiere tanto como el talento; no hay manera de hacérsela perdonar."
"Todos los hombres nacen con ambiciones; sólo a los grandes hombres, les es dado morir sin ellas."
"Cuando un hombre se rebela a crearse deberes domésticos, la gente llega a creer que no es un Hombre, porque no ha querido ser un doméstico."
"La característica de un hombre de principios es que no tiene nunca un fin."
"El Altruismo es el homenaje que hacemos al Egoísmo de los otros."
"Es necesario ser, prematuro o arcaico; ser moderno, es, ser mediocre."
"Estar dentro de la Sociedad es un martirio;
Estar fuera de ella es un peligro."
"El público ama a los autores que le hablan en su propio lenguaje, y, el lenguaje del público no ha sido nunca el Sublime."
"Una de las cosas más tristes de la Vida, es, tener la razón... y, la más peligrosa."

Huerto Agnóstico:

"Yo no sé por qué ciertos poetas, no reservan la última cuerda de su lira, para ahorcarse con ella;
así se levantarían un poco, siquiera, a la altura de la horca."
"El Arte, que tiene Patria, no es ya el Arte: es Patriotismo."
"Elogiar las virtudes de nuestros amigos, no nos atrae tanto su amistad, como ocultar sus defectos."
"En ciertas ocasiones, se necesita un gran valor para decir la Verdad, pero se necesita uno aún mayor, para escribirla."
"Mi adolescencia fue triste, como los llanos fríos y los montes áridos, de los lugares en que nací, algo de la ruda grandeza de esos parajes penetró en mi corazón; y se cristalizó en él..."

Las Obras Completas de José María Vargas Vila, publicadas en la editorial Ramón Sopena (1921), suman 61 títulos entre novelas, libros de cuentos, libros de arte y literatura, de filosofía y pensamiento, de historia y de política. Bajo títulos distintos se agrupan capítulos de novelas que el autor publicó como cuentos en distintas colecciones. Algunos de sus libros se encuentran en otras ediciones con títulos cambiados (tal es el caso de las trilogías publicadas por separado y en un solo volumen), lo que impide determinar el número exacto de sus obras. En las Obras Completas de la editorial de Antonio Rubiños (1916) se incluyen muchos de los títulos que faltan en las de Sopena. También se editaron sus obras en sellos prestigiosos de la época como Ch. Bouret, Maucci y Bauzá. 
Posteriormente se editarían algunos libros en editoriales colombianas como Oveja Negra y Panamericana, que en 1998 emprendió una tarea de reedición impecable de títulos emblemáticos, como Ibis, Lirio negro, Flor de fango, Los divinos y los humanos, Pretéritas, Rubén Darío, Sombra de águilas, En las cimas, entre otros, con una introducción y una cronología a cargo de Juan Carlos González Espitia y prólogos de especialistas. 
Habría que añadir al conjunto los inéditos que quedaron bajo la custodia del gobierno cubano, entre ellos, el diario del que se conocen dos ediciones, la de Arango Editores-El Ancora (1989) y la de Editorial Altera (1991). En cualquier caso, se ha llevado a cabo la digitalización de sus libros, a cargo de Juan Carlos González Espitia, que se pueden consultar en la Librería Digital José María Vargas Vila de la Universidad de Carolina del Norte.

Entre los críticos hispanoamericanos, quien mejor supo valorar la obra de este escritor, al margen de los prejuicios, fue Manuel Ugarte:
"Dejando de lado los apasionamientos, comprendemos que la obra de Vargas Vila, lejos de ser inferior, como algunos pretenden, marca dentro de su tiempo, una de las realizaciones más completas. Pese a los arabescos de mal gusto y a alguna reminiscencia incómoda, contiene elementos sólidos durables. La negación nace de un prejuicio o de un examen superficial".

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Curiosidades de




Casa donde nació Vargas Vila.Si tuviésemos que resumir la biografía de Vargas Vila en una palabra esta sería "escándalo", no sólo por los episodios que marcan su vida, sino por lo que la mentalidad popular construyó: el mito del "Divino".

La primera anécdota singular, que el propio autor refiere, tiene que ver con su vocación religiosa. Cuenta que, siendo niño, fue presa de una suerte de éxtasis ante la imagen del Crucificado. Asegura que la visión de las mujeres idiotizadas contemplándolo, le hizo perder la fe.
Sus primeros poemas son, pese a todo, de tema religioso, como "La senda del calvario" (1882)

"Hoy, ya no son los Césares romanos, 
los Titos, ni los viejos Dioclesanos
los que persiguen a la Iglesia, no.
Son seres que ella alimentó en su seno,
apóstatas que vierten su veneno
en el pecho de amor que los cubrió".

El poema, dedicado a su amigo el cura Leandro María Pulido, fue publicado en el periódico La Ilustración de Bogotá y alude a la persecución, por parte del sector más fanático de la Iglesia, a las ideas de progreso de los liberales radicales que, por esos años, defendían la libertad religiosa en Colombia.

Su primera batalla fue contra el jesuita Tomás Escobar, rector del prestigioso Liceo la Infancia de Bogotá, donde estudiaba el joven suicida José Asunción Silva. Vargas Vila acusó al cura de prácticas homosexuales con los alumnos. El escándalo fue tan grande que la sociedad bogotana sufrió una especie de sacudimiento telúrico. "El clero católico es una pocilga y debe mostrársele al país en toda su deformidad", escribiría, a raíz del escándalo, Juan de Dios Uribe, "El Indio". 
De tan sonado careo da cuenta el investigador Malcon Deas en un trabajo en el que pretende desmitificar la figura del panfletario evidenciando algunas incongruencias en el autor. El hecho es que, aunque muchos simpatizantes de Vargas Vila recibieron con beneplácito esa denuncia, nadie entre la alta sociedad bogotana iba a admitir semejante pecado, ni padres, ni alumnos, ni autoridades religiosas ni civiles. Vargas Vila estaba perdido, pero no mutilado, de modo que hizo blanco de sus ataques a los curas: "chacales ensotanados", los llamaba cuando se refería a ellos. Estos tampoco se quedaron callados: "...excitador de lujurias: la carnaza de lo obsceno es el cebo infame con que llama y atrae a los lectores", diría el jesuita español Jesús M. Ruano.

Vargas Vila pasó a ser un autor prohibido por las instituciones religiosas, educativas y políticas. Leerlo se consideraba un pecado, pero no hubo joven en el mundo hispano que no se iniciara sexualmente con sus novelas eróticas, como tampoco hubo joven romántica que no sucumbiera a la tentación de leerlo.


Aura o las violetas fue una novela casi tan popular como María, no porque la igualara en calidad literaria, sino por su autor. Más allá del erotismo de sus libros, que también podían ser una vía de escape, no hubo líder sindicalista, campesino o trabajador que no conociera su leyenda o no declamara alguno de sus libelos, porque el panfletario encarnaba el sentir de las clases populares, su excusión, opresión e impotencia ante las injusticias perpetradas por los caciques locales.

Este autor debe la fama a la clandestinidad, tanto como a la expansión de la industria editorial española y, por supuesto, a la piratería que lo llevó a los más recónditos lugares del Continente: cantinas, arrabales, cafetines de puerto, tabacaleras, talleres, sastrerías y zapaterías. Escribe el ensayista colombiano, Germán Arciniegas, que a la cárcel de Manizales había ido a parar un negro, boga del Magdalena, por matar a un hombre que lo desafió diciendo que Víctor Hugo era mejor que Vargas Vila y él no iba a permitir semejante afrenta.


La leyenda también lo culpa de muchos suicidios a raíz de la lectura de Ibis (1900), una novela misógina en la que un joven rapta una novicia. Teodoro, el protagonista, que se debate entre el deseo y la voluntad de afirmación individual, trata de destruir ese amor, aconsejado por su maestro, alter ego del autor. Los diálogos entre el discípulo y el maestro nos recuerdan obras que debieron impactar en su momento, como El retrato de Dorian Gray(1891):
"-¿Qué hay entre el porvenir y tú? esa mujer: suprímela. -¿qué hay entre la ventura y tú? esa mujer: elimínala."

El hecho es que el autor presumía de ver "manchadas de sangre las rosas que sembraba". Otra anécdota es la de una pareja de agentes de la policía en Panamá que dejaron esta nota: "Las razones de nuestro suicidio se encuentran en la página 229 Ibis", a las que se suman las acusaciones de quienes le reprochaban el efecto mortal de este libro, según refiere el autor.


Presa de un narcisismo exacerbado, Vargas Vila, como escritor de éxito, se paseaba por las Ramblas de Barcelona, cuando no por el madrileño Paseo del Prado, exhibiendo su estrafalaria indumentaria al estilo de la belle époque: trajes a medida confeccionados en París, botines, cannotier, chalecos de los que se decía que tenía un colección, anillos, broches que remataban el nudo de la corbata. El poeta colombiano Rafael Maya lo describe así en 1924, cuando paso por Barranquilla:
"Se cambiaba de vestido dos o tres veces al día, según pude observarlo después. Predominaban en su persona las sortijas y los anillos, pues no tenía libre ningún dedo de la mano, y todavía de su corbata colgaba una enorme perla". 
El periodista César González Ruano, que lo entrevista en Madrid a finales de los años veinte, cuando ya había pasado su momento de gloria, encuentra demasiado afectada su grandilocuencia, esa manera de referirse a sí mismo como si se tratara de otra persona.


Con su amigo Ramón Palacio Viso.También dio mucho que hablar la extraña relación con Ramón Palacio Viso, a quien se refería como "su hijo" y tras la que probablemente se solapaba una homosexualidad sublimada en las figuras del maestro y el discípulo, muy común en la vida y la literatura de la época. Palacio Viso se casó con la cubana Mercedes Guigou con quien tuvo una hija, Georgina, que recuerda en su infancia servirle de lazarillo al padre quien murió en La Habana en 1953, ya que tras el fallecimiento de Vargas Vila, Ramón y Mercedes regresaron a Cuba.

La fuerza de la prosa de Vargas Vila entre las multitudes fue neutralizada desde las más altas esferas del poder. Se dice que el general Rafael Reyes, el dictador que tomó las riendas del Estado en Colombia, entre 1904 y 1909, proponía "desvargasvilizar" al país. Pese a esta campaña, no le arrebató los lectores fieles que atraviesan casi un siglo. Sin embargo, una sistemática estrategia de exclusión sí logró sacarlo de las historias de la literatura, descalificando sus obras por considerarlas de pésimo gusto. Las anécdotas infamantes -que se difundieron para apagar el fuego del escándalo que salpicaba al acusado y a las víctimas-: travestismo, impotencia, homosexualidad, relación incestuosa con la madre y robo del dinero del ejército, despertaron más curiosidad en torno al autor.

Una rumorología morbosa alimentó la leyenda del malditismo del autor que tanto lo benefició económicamente, pero sus obras, marcadas por el Index, no dejaron de ser leídas por la juventud rebelde latinoamericana. Lectores de Vargas Vila no fueron sólo porteras o costureras, porque en España también lo leyeron obreros y anarquistas. Autores como Ramón del Valle Inclán, Francisco Villaespesa y Pompeyo Gener elogiaron su incendiaria y vibrante prosa, ya que contó con el aprecio y el respecto de las más grandes figuras delModernismo: José Martí, Rubén Darío, José Enrique Rodó, Rufino Blanco Fombona y Manuel Ugarte, entre otros. Además, la posteridad no lo trató tan mal. Ante la fuerza de su verbo y de su carácter ser rindieron figuras clave como Pablo Neruda y Gabriela Mistral.

Vargas Vila tenía muy clara la diferencia entre las novelas eróticas -un gancho para atrapar lectores- y los panfletos políticos, pues su intención en cada género era muy distinta.
"¿Qué me puede importar a mí, que mi literatura tenga sucesores, si el sucesor de mis cóleras, de mis odios, de mis anatemas, el gran Libelista contra la Tiranía, no aparece?" 

Diría en el prólogo de Pretéritas. Como panfletario no tiene rival basta leer libros como Los divinos y los humanos, donde animaliza a los caudillos. Rafael Reyes, por ejemplo es:
"de la estirpe roja de los tiranos asesinos, el huno destructor", el "Atila católico"; Miguel Antonio Caro,"rencoroso y vengativo", es el "tirano gramático" y el "déspota en pequeña escala". Mientras que el ex presidente Sanclemente es "el tirano octogenario" que le inspira una fingida piedad, "una cabeza así, tan incapaz de pensar, merecía bien la afrenta de reinar"; José Manuel Marroquín es: "el usurpador", que vende la patria "después de asesinar la libertad". A Teodoro Roosvelt lo muestra con una rebuscada metáfora: "Imaginaos un jabalí hecho faraón, marchando coronado de helechos, por el bosque, al sonido de una fanfarria bárbara".

Así denuncia los juegos de la política, la incursión de los Estados Unidos en América Latina, la pérdida del Panamá, la alianza de la Iglesia y con las oligarquías criollas para sofocar la legítima protesta de las masas oprimidas. Afirma que por los panfletos publicados en Némesis fue declarado persona non grata en los Estados Unidos.

Lamentablemente el escándalo, el ruidoso caudal de incongruencias que lo persigue, "su leyenda", ocultó más de una exquisita perla, títulos, incluso párrafos, que bien merecen un lugar destacado en la historia de la literatura en lengua española, porque "El Divino", qué duda cabe, fue único.






José Mª Vargas Vila








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