SÍMBOLOS PATRIOS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA


 



                                                     CONTENIDO
Los Padres de la Patria: “Nacimiento de la Patria Dominicana”

English: Retrato de Matias Ramón Mella Castill...
“…Considerando que por la diferencia de costumbres y la rivalidad que existe entre unos y otros jamás habrá perfecta unión y armonía, los pueblos de la parte antes española de la Isla de Santo Domingo… han resuelto separarse para siempre de la República Haitiana, para proveer a su seguridad y conservación, constituyéndose, bajo sus antiguos límites, en un Estado libre y soberano en el cual, bajo sus leyes fundamentales, protegerá y garantizará el sistema democrático; la libertad de los ciudadanos, aboliendo para siempre la esclavitud; la igualdad de los derechos civiles y políticos, sin atender a las distinciones de origen ni de nacimiento…”.
La Bandera

La bandera es el mas sublime símbolo de la libertad y la soberanía nacional, y es considerada el alma de la patria. Fue concebida por el patricio Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria y su diseño aprobado por Los Trinitarios el 16 de junio de 1838. Ondeó airosa por vez primera el 27 de febrero de 1844, día de la Independencia Nacional. Fue elaborada por la señorita Concepción Bona y su prima la señorita María de Jesús Pina.
La Constitución dominicana establece que la Bandera Nacional contiene los colores: azul ultramar y rojo bermellón, en cuarteles esquinados y alternados de tal manera que el azul debe quedar en la parte superior del asta, separados por una cruz blanca, de un ancho igual a la mitad de la altura de cada cuartel, llevando en su centro el escudo de armas de la República.
Los colores de la bandera nacional poseen un significado particular. El rojo representa la sangre vertida por nuestros libertadores; el azul expresa nuestros ideales de progreso y libertad y la protección de Dios a la nación dominicana; y la cruz es el símbolo de la lucha de nuestros libertadores para legarnos una patria libre. Su color blanco nos recuerda que la paz y la unión deben prevalecer entre todos los dominicanos.
La Bandera Nacional debe ondear en todos los edificios públicos e instalaciones militares y judiciales. El pueblo debe izarla en sus hogares los días de fiestas patrias. Las escuelas, colegios y universidades y, en general, las entidades educativas, deben rendirle homenaje y presentarla izada a sus estudiantes.
El presidente de la República la lleva cruzada en su pecho, en la banda presidencial. Las embajadas y consulados dominicanos la deben izar en sus oficinas en el exterior; además, en las residencias de embajadores nacionales, debe izarse, durante las fechas patrias dominicanas, junto a la bandera del país receptor. La bandera que usan los buques mercantes no llevará el escudo de armas.
Himno a la Bandera Dominicana
Ya empezó su trabajo la escuela/ y es preciso elevarte a lo azul/ relicario de viejos amores,/ mientras reine la mágica luz./
Nos sentimos arder a tu influjo/ la luz viva de un fuego interior/ cuando flotas alegre, besada/ por los cálidos rayos del sol./
¡Dios!, parece decir, ¡oh bandera!/ la sublime expresión de tu azul;/ ¡Patria!, el rojo de vívida llama;/ ¡Libertad!, dice el blanco en la cruz./
Mientras haya una Escuela que cante/ tu grandeza bandera de amor,/ flotarás con el alma de Duarte/ vivirás con el alma de Dios.
Letra: Ramón Emilio Jiménez 
Música: Juan Francisco García
El Escudo

El escudo dominicano fue creado en la época de la proclamación de independencia nacional. Ha experimentado un largo proceso de modificaciones. La historia registra por lo menos 14 escudos. El actual fue diseñado por Casimiro N. de Moya, expedido por el gobierno de Monseñor Nouel y oficializado en 1913.
El primer escudo de armas tenía dos ramas exteriores de laurel y debajo de éstas, formando un arco, aparecía una serpiente mordiendo y tragando su cola (signo de eterna evolución). En un tercer plano aparecía, abierto y en el centro, el libro de los Evangelios; detrás del libro había un trofeo de armas (una lanza y un fusil con bayoneta calada a la derecha, y un sable y una corneta a la izquierda); arriba del libro había una bandera dominicana. En segundo plano había dos banderas dominicanas y, en el cruce de las astas, había un gorro frigio (símbolo de la libertad). En primer plano, en la parte inferior, había una cinta ancha con las palabras “República Dominicana” y, a ambos lados en la parte inferior, dos cañones con sus respectivas balas esféricas en forma piramidal.
El artículo 96 de la Constitución Dominicana establece que el escudo actual tendrá los mismos colores de la bandera nacional dispuestos en igual forma, llevará en el centro el libro de los Evangelios, abierto, con una cruz encima, surgiendo ambos de entre un trofeo integrado por dos lanzas y cuatro banderas nacionales sin escudo, dispuestas a ambos lados; llevará un ramo de laurel del lado izquierdo y uno de palma del derecho, estará coronado por una cinta azul ultramar en la cual se leerá el lema: Dios Patria y Libertad, y en la base habrá otra cinta de color rojo bermellón con las palabras “República Dominicana”.
La forma del escudo nacional será de un cuadrilongo, con los ángulos superiores salientes y los inferiores redondeados, el centro de cuya base terminará en punta, y estará dispuesto en forma tal que si se traza una línea horizontal que una las dos verticales del cuadrilongo de donde comienzan los ángulos inferiores, resulte un cuadrado perfecto.
Himno Nacional
El Himno Nacional Dominicano fue escrito originalmente en el 1883 por Emilio Prud’homme (letra) y José Reyes (música).
Acerca de su origen, José Reyes declaró en una ocasión que habiendo llegado a sus manos el Himno Nacional argentino, publicado en el periódico parisino El Americano, sintió el deseo de hacer una composición análoga para su país y con tal motivo, en 1883 invitó a su amigo Emilio Prud’homme a que escribiera un himno a la patria, para él ponerle la música. Poco tiempo después, el poeta Prud’homme escribió las estrofas y el músico compuso su himno.
Por su parte, Prud’homme comentaba de José Reyes que su gran aspiración, su doble sueño de patriota y artista era componer un himno que les llegara al corazón a sus compatriotas y avivara cada vez más en ellos el sentimiento de la nacionalidad, para que amaran intensamente su suelo, su cielo, sus montañas, sus ríos, su hogar nativo, sus glorias nacionales, sus libertades, su independencia, su integridad y su honor nacional. Creía Reyes que cuando los dominicanos tuvieran un himno que sintieran y cantaran con amor, afirmarían tanto en su alma el sentimiento de la patria, que llegarían a estar completamente seguros, en sí mismos, de ser dominicanos para siempre.
La primera versión de los versos de Prud’homme fue publicada el 16 de agosto de 1883 en el semanario capitaleño El Eco de la Opinión. El 17 de agosto de 1883 el himno así compuesto fue estrenado en una velada que celebró la prensa nacional en la Logia Esperanza de Santo Domingo. Lo cantó un grupo de jóvenes con el acompañamiento de una pequeña orquesta, en la que el propio José Reyes tocó el cello. La composición fue bien recibida por el público y desde entonces comenzó su lento proceso de popularización.
Meses más tarde, se decidió trasladar al país los restos de Juan Pablo Duarte desde Caracas (Venezuela), donde había fallecido en 1876. Para esa ocasión, El Eco de la Opinión sugirió que se recibieran los nobles despojos del patricio dominicano con un aire triunfal, proponiendo al efecto el himno patriótico del maestro J. Reyes. Así, el 27 de febrero de 1884 el canto patriótico de Reyes y Prud’homme fue interpretado a lo largo de todo el trayecto recorrido por la procesión que llevó en andas los restos del Padre de la Patria, partiendo desde el puerto de Santo Domingo hasta la Santa Iglesia Catedral, donde fueron inhumados entonces.
En 1897, el periódico El Teléfono, de la capital, publicó una edición del texto de Prud’homme, corregida por su propio autor. El poeta mismo quiso revisar su obra, considerando que la primera versión adolecía de fallas propias de su inexperiencia juvenil, ya que aunque tenía veintisiete años al momento de escribir su himno, en 1883, se había visto forzado a adquirir tardíamente su formación literaria, debido a su humilde condición social. Esta segunda versión sería la definitiva. Atendiendo a una iniciativa del diputado Rafael García Martínez, el 30 de abril de 1897 el Congreso Nacional comenzó a analizar los méritos del canto patriótico de Reyes y Prud’homme, con el fin de que esta composición fuera oficializada como himno nacional de los dominicanos, medida que fue adoptada por el cuerpo legislativo en la sesión del 7 de junio del mismo año.
Aunque el presidente Ulises Heureaux no convirtió en ley esa resolución del Congreso, probablemente motivado por su disgusto con la vertical actitud de Emilio Prud’homme frente a su gobierno dictatorial, ello no impidió que el pueblo dominicano mantuviera su preferencia por este himno, que se siguió interpretando en los actos oficiales. Además, virtualmente se reconocía el carácter oficial de la obra de Reyes al asignársele a éste una pensión del gobierno por haber escrito el Himno Nacional Dominicano y, por otra parte, varios ayuntamientos del país, incluyendo el de la capital, designaron con su nombre y el de Prud’homme sendas calles, por igual razón.
No fue sino hasta el 30 de mayo de 1934 cuando el presidente de la República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo Molina, mediante la Ley número 700, declaró himno oficial de la República el compuesto por el maestro José Reyes con letra del poeta y educador Emilio Prud’homme.
Quisqueyanos valientes, alcemos/ nuestro canto con viva emoción,/ y del mundo a la faz ostentemos/ nuestro invicto, glorioso pendón./
¡Salve! el pueblo que intrépido y fuerte,/ a la guerra a morir se lanzó,/ cuando en bélico reto de muerte/ sus cadenas de esclavo rompió./
Ningún pueblo ser libre merece/ si es esclavo, indolente y servil;/ si en su pecho la llama no crece/ que templó el heroísmo viril./
mas Quisqueya la indómita y brava,/ siempre altiva la frente alzará;/ que si fuere mil veces esclava/ otras tantas ser libre sabrá./
Que si dolo y ardid la expusieron/ de un intruso señor al desdén,/ Las Carreras, Beler, campos fueron/ que cubiertos de gloria se ven./
Que en la cima de heroico baluarte,/ de los libres el verbo encarnó,/ cuando el genio de Sánchez y Duarte/ a ser libre o morir enseñó.
Y si pudo inconsulto caudillo/ de esas glorias el brillo empañar,/ de la guerra se vio en Capotillo/ la bandera de fuego ondear./
Y el incendio que atónito deja/ de Castilla al soberbio león,/ de las playas gloriosas se aleja/ donde flota el cruzado pendón./
Compatriotas, mostremos erguida/ nuestra frente, orgullosa de hoy más:/ que Quisqueya será destruida/ pero sierva de nuevo, jamás./
Que es santuario de amor cada pecho/ do la Patria se siente vivir;/ y es su escudo invencible el derecho,/ y es su lema: ser libre o morir./
¡Libertad!, que aun se yergue serena/ la victoria en su carro triunfal,/ y el clarín de la guerra aun resuena/ pregonando su gloria inmortal./
¡Libertad!, que los ecos se agiten/ mientras llenos de noble ansiedad/ nuestros campos de gloria repiten:/ ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!/
Primer Himno Dominicano; de Félix María del Monte
“La noche en que se proclama la independencia nacional, (Félix María del Monte, nh) acude con los promotores del movimiento separatista al Baluarte del Conde, lugar escogido para la cita hazañosa, y allí mismo improvisa el primer himno dominicano” (Balaguer, Los próceres escritores).
Ravelo (Historia de los Himnos Dominicanos) dice: “Este himno, letra del poeta Félix M. del Monte y música del coronel Juan Bautista Alfonseca, debía ser realmente el único si los dominicanos hubieran sentido más inclinación por las cosas de su tierra… Escrito por dos prestantes compatriotas en el instante mismo en que nos hicimos libres, no ha debido de ninguna manera abandonarse por cuestiones de política de partidos. Cuando Alfonseca y de Del Monte escribieron el Canto Patriótico de la naciente República Dominicana pertenecían tan sólo al único y sacratísimo partido de la Independencia.
Más tarde, al organizarse los bandos que dirigieron [Pedro] Santana y [Buenaventura] Báez, aquellos ciudadanos militaron en las filas del rojismo [“baecismo”} y esa parece ser la causa que influyó poderosamente en el abandono del Himno del 1844… Pero de tal suerte llegó a ser olvidado (a pesar de ser el único de nuestros himnos que se cantó en el campo de batalla, cuando nuestros hermanos luchaban por afianzar la independencia nacional), que en los últimos gobiernos presididos por el general Buenaventura Báez, la República no tenía himno y se hacían honores al Jefe del Estado con las solemnes notas del Canto Nacional de Inglaterra”.
¡Al arma, españoles!/ ¡Volad a la lid!/ ¡Tomad por divisa/ “Vencer o morir”!/
I
Nobles hijos de Santo Domingo,/ erguid ya vuestra frente guerrera,/ y sañudos volad tras la fiera/ que el solar de Colón devastó./
A sus huestes cobardes e impías/ el terror y exterminio llevemos,/ y los himnos de gloria cantemos/ secundados del fiero cañón./
¡Al arma, españoles!/ ¡Volad a la lid!/ ¡Tomad por divisa/ “Vencer o morir”!/
II
¡Guerra a muerte sin tregua, españoles!/ Si ser libres por siempre queremos/ de la historia con sangre borremos/ cuatro lustros de llanto y dolor./
Sepa el mundo que a nombres odiosos/ acreedores jamás nos hicimos,/ y que siempre que gloria quisimos,/ nuestro carro la Gloria arrastró./
¡Al arma, españoles!/ ¡Volad a la lid!/ ¡Tomad por divisa/ “Vencer o morir”!/
III
¡No hay piedad! El haitiano insolente,/ penetrando hasta nuestros hogares,/ profanó nuestros templos y altares,/ nuestros fueros osó atropellar,/ y el pudor de la cándida virgen,/ y las canas del mísero anciano,/ y cuanto hay de sagrado en lo humano/ ultrajó con orgullo procaz./
¡Al arma, españoles!/ ¡Volad a la lid!/ ¡Tomad por divisa/ “Vencer o morir”!/
IV
Mas hoy tiembla convulso, leyendo/ de los cielos la justa sentencia,/ y amenazan su odiosa existencia/ diez mil lanzas que afila el honor./
¡Compatriotas, el éxito es cierto!…/ Libertad con valor conquistemos,/ y el cruzado estandarte plantemos/ del tirano en la oscura mansión./
¡Al arma, españoles!/ ¡Volad a la lid!/ ¡Tomad por divisa/ “Vencer o morir”!/
Segundo Himno Dominicano; de Manuel Rodríguez Objío
Para 1865, “cuando la voluntad de ser libre agrupa nuevamente a los dominicanos bajo las banderas de la Restauración”, Manuel Rodríguez Objío escribe un segundo himno, “de la rebelión de la conciencia nacional contra el dominio de España, tendencia patriótica representada por quienes sostenían como una enseña en sus manos el ideal de la independencia absoluta” (Balaguer, Los próceres escritores).
Sobre este segundo himno, Ravelo refiere: “Al general Gregorio Luperón se debe que el poeta Rodríguez Objío y el Maestro Ignacio Martí Calderón escribieran respectivamente la letra y la música del Himno. Este otro Canto Nacional, que tampoco ha debido olvidarse, fue popularísimo en las provincias del Norte y del Centro de la República. Cuando el Himno de [José] Reyes comenzó a generalizarse en aquellas regiones, se tocaba en las fiestas del 27 de febrero, y aquel en las del 16 de agosto”.
Continúa Ravelo: “Cuando el 14 de marzo de 1871, el general Luperón salió de Capotillo haitiano con 45 patriotas para protestar con las armas por la anexión de nuestro país a Estados Unidos de América, aquellos valientes, entre los cuales iba el autor de la letra, emprendieron la marcha cantando el Himno de Capotillo con música que se supone improvisaron puesto que la verdadera, la que compuso el maestro Ignacio Martí Calderón, fue escrita, poco más o menos, en el año 1885”.
El Himno de Rodríguez Objío es un grito de protesta contra la supervivencia en Santo Domingo de todo resto de dominación española:
Ahora nuevo maldito tirano,/ Por saciar su funesta ambición,/ Quiere arriar con impúdica mano/ De esa patria el sagrado pendón./
Ya el clarín belicoso resuena,/ Y a la lid nos impulsa el honor;/ Del oprobio al romper la cadena/ Proscribamos por siempre al traidor!/
Vencedores heroicos de España/ ¡De otro yugo la Patria salvad!/ Compatriotas, afrenta tamaña/ De traidores, con sangre borrad!/
¡A la lid a vencer! ¡Guerra! ¡Guerra!/ No haya tregua jamás ni perdón,/ Para el vil que tornó de otra tierra/ Meditando venganza y traición./
Capotillo es el grito sonoro/ Que se debe elevar por doquier;/ Que al salvar nuestro patrio decoro,/ Protestemos morir o vencer!/
La victoria, feliz nos espera;/ Ya se ven los traidores temblar,/ Y al fijar nuestra sacra bandera,/ Gloria eterna nos va a coronar./
De los bravos que allá en Capotillo/ Restauraron invictos la cruz./ La aureola del fúlgido brillo/ En la vida nos sirva de luz./
Himno de la “Revolución de Abril” de 1965


A luchar soldados valientes,/ que empezó la revolución,/ a imponer los nobles principios,/ que reclama la Constitución./
Desgarró la noche serena,/ la sirena de la libertad,/ cual clarín que llama a la guerra,/ defendiendo la Patria inmortal./
Como hermanos de Duarte luchemos,/ que ya Mella su grito encarnó,/ y cual Sánchez al martirio iremos,/ venceremos, como Luperón./
No cedamos un paso marchemos,/ por senderos de gloria y honor,/ y otra vez al traidor venceremos/ y otra vez al grosero invasor./
A luchar soldados valientes,/ que empezó la revolución,/ a imponer los nobles principios,/ que reclama la Constitución./
Autoría del músico y cantante dominicano, Aníbal de Peña.

Himno a la Raza Inmortal/Catorce de Junio [1J4]


Llegaron llenos de patriotismo/ enamorados de un puro ideal/ y con su sangre noble prendieron/ la llama augusta de la libertad./
Su sacrificio, que Dios bendijo/ la patria entera glorificará/ como homenaje a los valientes/ que allí cayeron por la libertad./
Catorce de Junio, gloriosa gesta nacional/ tus mártires están en el alma popular./
Hermanas Mirabal, heroínas sin igual/ un grito vibrante es el grito de la Raza Inmortal./
Llegaron llenos de patriotismo/ enamorados de un puro ideal/ Y con su sangre noble encendieron/ la llama augusta de la libertad./
Su sacrificio que Dios bendijo/ la Patria entera, glorificará/ Como homenaje, a los valientes/ que allí cayeron por la libertad.
Música: Héctor Jiménez
Letra: Vinicio Echavarría.

Himno a la Madre Dominicana


Doña Trina de Moya, esposa del presidente mocano Horacio Vásquez, escribió el Himno a las Madres (dominicanas, nh).
Venid los moradores del campo y la ciudad,/ y entonemos un himno de intenso amor filial./ Cantemos de las madres la ternura, el afán,/ y su noble atributo de abnegación sin par./
Celebremos todos la fiesta más bella,/ la que más conmueve nuestro corazón;/ fiesta meritoria que honramos con ella/ a todas las madres de la Creación./
Quien como una madre, con su dulce encanto,/ nos disipa el miedo, nos calma el dolor;/ con sólo brindarnos su regazo santo,/ con sólo cantarnos baladas de amor./
De ella aprende el niño la sonrisa tierna;/ el joven, la noble, benéfica acción./ Recuerda el anciano la oración materna/ y en su alma florece la resignación./
Venid los moradores del campo a la ciudad/ y entonemos un himno de intenso amor filial./ Cantemos de las madres la ternura, el afán/ y su noble atributo de abnegación sin par./
Cubramos con flores la tumba sencilla/ de madres que moran en la eternidad;/ y ornemos con flores la frente que aún brilla,/ aún brilla y esplende la maternidad.
Para ella escojamos frescas azucenas,/ simbólicas flores del alma ideal;/ blanca como el alma de las madres buenas/ y con algo místico y sentimental.
Albas estrellitas nítidas hermanas/ de las que circundan la divina sien;/ de la que es modelo de madres cristianas,/ Madres de Dios Cristo nacido en Belén./
Venid los moradores del campo y la ciudad,/ y entonemos un himno de intenso amor filial./ Cantemos de las madres la ternura, el afán,/ y su noble atributo de abnegación sin par./

Himno a Juan Pablo Duarte


En la fragua de la escuela/ nuestra patria fue forjada,/ y el calor de su enseñanza,/ le infundió vida sagrada./
La gloriosa Trinitaria/ que fundara, tu heroísmo,/ fue la cátedra primera,/ de moral y de civismo./
Fuerza era que un maestro/ preparara, la conciencia,/ donde habría de nacer,/ la soñada independencia./
Y es así como cantamos,/ tus virtudes allá el estro,/ junto al padre de la patria,/ la figura del maestro./
En la escuela se te honra,/ por tus hechos, sacrosantos,/ en las letras y las notas,/ encendidas de sus cantos./
Y al honrarte recordamos,/ tu patriótico heroísmo,/ es el prócer y el maestro,/ que los dos son uno mismo./
La Bandera dice Patria,/ y al decirlo se revela,/ que es el alma del maestro,/ señalándonos, la escuela./
Autores:
Letra: Ramón Emilio Jiménez
Música: José de Jesús Ravelo

Himno a Francisco del Rosario Sánchez


Sánchez glorioso, varón ilustre,/ que no supiste jamás hollar,/ los sacros fueron del patriotismo, que levantaron el patrio lar./
Tú que juraste morir de hambre,/ antes que siervo comer un pan,/ y lo cumpliste cuando tu cuerpo,/ de muerte herido cayó en San Juan./
Tú que en los labios siempre tuviste,/ fiero anatema para el Traidor,/ que malograra La Patria hermosa,/ por la que dieras vida y honor./
Derecho tienes a que elevemos,/ en tu memoria cantos de amor,/ ningún soldado fue más glorioso,/ nadie ha luchado con más valor./
Cuando miramos llenos de orgullo,/ la patria enseña, con qué fruición,/ pensamos todos que representa,/ la parte roja tu corazón./
Autores:
Letra: Ramón Emilio Jiménez 
Música: José de Jesús Ravelo

Himno a Matías Ramón Mella

No fue nunca la divisa del instinto de matar,/ ni fue el rígido instrumento de la fuerza militar/ provocando las groseras ambiciones del poder:/ Fue tu espada la divisa del honor y del deber./
Fiel discípulo de Duarte, comprendiste el ideal,/ y sirviendo los destinos de la causa nacional,/ disparaste tu trabuco , que rugió como León,/ despertando Las conciencias y clamando redención./
La Bandera fue tu culto, la Bandera fue tu altar,/ y dijiste: Cuando vaya para siempre a descansar,/ que ella envuelva mi cadáver y moriste con honor,/ en los brazos siempre abiertos de la enseña tricolor./
Y después cuando quisieron, de la fosa recoger,/ tus cenizas venerandas, un milagro pudo ser:/

English: Retrato de Matias Ramón Mella Castill...
English: Retrato de Matias Ramón Mella Castillo, padre de la patria dominicana. Español: Retrato de Matias Ramón Mella Castillo, padre de la patria dominicana. (Photo credit: Wikipedia)

encontraron la bandera, la Bandera tricolor,/ reviviendo en sus matices la grandeza de tu amor./
Autores:
Letra: Ramón Emilio Jiménez
Música: Julio Alberto Hernández

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