Juan Bosch: Ideología y táctica en la actividad política
Ideología y táctica en la actividad política
Por Juan Bosch.
Para las masas de los pueblos lo que cuenta en la formación de sus
posiciones políticas son los hechos que les causan perjuicio en sus condiciones
materiales de existencia, no lo que en la ciencia política se llama ideología
revolucionaria; y aunque hemos dicho eso mismo varias veces, en ocasiones en
las páginas de esta revista, nos parece necesario insistir en el tema diciendo que
no son las ideas de determinadas personas las que transforman a la sociedad
sino que son los sufrimientos de la sociedad que transforman las ideas de los
hombres.
Alguien puede pensar ante el ejemplo de la obra de Carlos Marx, que con
sus ideas él ha transformado a una gran parte de la humanidad, y no ha sido
precisamente así. Lo que sucedió fue un estudio de los acontecimientos
ocurridos en la historia humana convencieron a Carlos Marx de que la base de la
vida del hombre es material, que son las condiciones materiales de existencia
de los hombres las que los llevan a luchar para mejorarlas y esa lucha
desemboca en procesos políticos de carácter revolucionario.
Veamos un caso de la historia de nuestro país: la idea de fundar una
organización secreta llamada La Trinitaria para que ella dirigiera la lucha por
la independencia nacional no se formó en la cabeza de Juan Pablo Duarte porque
el fuera un hombre de inteligencia excepcional y de pureza patriótica
inmaculada: esa idea fue formándose en su cerebro porque la parte que hablaba
español del pueblo de la isla que en esos años se llamaba Republica de Haití
venía padeciendo de males económicos que achacaba a errores del gobierno.
Duarte percibió esa actitud y en vez de limitarse a pensar que el
remedio de esos males era un cambio de gobierno debía ser también un cambio en
el estado de sometimiento del pueblo de lengua española a las autoridades
haitianas, y como ese criterio era compartido por varios compañeros y amigos
suyos se dedicó a poner en ejecución la idea de hacer del territorio de la
porción oriental de la isla una república independiente de Haití.
Lo que le dio categoría histórica a la fundación de la Trinitaria fue la
adhesión del pueblo a sus propósitos, y esa adhesión se debió a que desde el año
1836 las condiciones materiales de existencia de las masas del país habían
empezado a ser deterioradas por una serie de acontecimientos algunos de los
cuales tenían sus orígenes en crisis económicas de países como Estados Unidos y
Francia y otros los tenían en cambios atmosféricos como sequias de larga
duración.
El pueblo de la parte haitiana de la isla (y decimos parte haitiana
porque allí se había establecido la Republica de Haití desde el año 1804)
padecía también el deterioro de sus condiciones materiales de existencia, pero
naturalmente, ningún haitiano de los que culpaban a Boyer de sus males pensó en
separar la parte haitiana de la que ocupaba el pueblo de lengua española; lo
que querían los haitianos era derrocar el gobierno de Boyer y poner en su lugar
uno diferente, como lo hicieron en el año 1843 cuando llevaron a cabo el
levantamiento conocido con el nombre de la Reforma que por cierto recibió apoyo
en la parte oriental de la isla de los trinitarios a los que les caía muy bien
el derrocamiento de Boyer porque eso facilitaba los trabajos conspirativos que
estaban llevando a cabo.
Hay revoluciones que se hacen sin necesidad de que los revolucionarios
estén unidos por una posición ideológica y ni siquiera por una organización política
o por la autoridad de un caudillo o un líder; tal fue el caso de la Restauración.
Los que organizaron ese movimiento y lo dirigieron no eran conocidos por los
que se lanzaron a participar en él, y sin embargo tan pronto comenzó, el
pueblo, en sus capas más bajas, lo hizo suyo con tanta pasión que descalabro el
poder militar español a tal punto que el 7 de enero de 1865, esto es, antes de
que se cumplieran dos años y cinco meses
del día en que unos pocos hombres de armas iniciaron la guerra, el Congreso
español conoció un proyecto de ley que ordenaba el abandono del territorio
dominicano.
La gran mayoría de los jefes dominicanos de esa guerra eran totalmente
desconocidos del pueblo cuando ella empezó incluyendo ente esos desconocidos a
Gregorio Luperón, y por tanto nadie entro en ella siguiendo a un jefe; al
levantamiento de Capotillo no se le hizo propaganda de ningún género antes de
que se produjera; la guerra no comenzó con una declaración de principios que la
justificara sino directamente con la acción armada.
¿Qué fue, pues, lo que provoco el arrollador alud de pueblo que desde el
momento mismo de la iniciación de esa guerra se enrolo en las filas
restauradoras y combatió en ella con fiereza de tigre?
Lo que provoco ese alud fue una crisis económica cuando se dio orden de
que se retirara de la circulación el dinero dominicano en billetes que debían
ser cambiados por billetes españoles, pero como diría de La Gándara, la
operación de cambio “se llevaba a cabo con grande lentitud, de manera que con
dificultad podía cambiarse en un día a razón de 100 pesos por persona”, y a
causa de eso “las gentes se pasaban el día con las papeletas (billetes) en la
mano, sin poder comprar lo que necesitaban”, a lo que hay que agregar el
descuento que se le hacía a la moneda dominicana: por 100 pesos se pagaban 20 o
30 españoles; y por si fuera poco, se les puso un impuesto a las cargas y en
esos tiempos todo lo que se compraba y se vendía se transportaba a lomo de
caballos o de mulos cuyos dueños eran bajos
y medianos pequeños burgueses que invertían todo su dinero en comprar y
alimentar esos animales y su número era alto pero además cada dueño de una
recua empleaba peones que hacían el cuido de los animales y los dirigían a los
viajes.
Esa política fiscal creaba un tipo de oposición muy peligrosa porque con
ella se agraviaba a bajos y medianos pequeño-burgueses de las más diversas
actividades, pero peor fue lo que se hizo con los militares dominicanos pasados
a la reserva del ejército español; primero se le retraso durante meses el pago
de sus sueldos y después se les dejo de pagar con el pretexto de que el
gobierno de la flamante provincia española de Santo Domingo no tenía dinero.
Otro tanto sucedió con la revolución haitiana, de la cual hemos dicho
repetidas veces ha sido la más compleja de los tiempos modernos porque fue
a la vez una guerra social, de esclavos
contra amos, racial, de negros y mulatos contra blancos; de independencia
porque acabo creando la Republica del Sur, y además, internacional porque las
fuerzas de Toussaint y de Jean François combatieron a invasores ingleses y
españolas; y esa guerra, que tenía tantas cargas explosivas, fue desatada por
acontecimientos que tuvieron lugar, no en Haití-que en los días de la revolución
se llamaba Saint Domíngue-, sino muy lejos, en Francia. Esos acontecimientos
tienen en la historia mundial un nombre: el de la revolución francesa o como la
llamaba Federico Engels, la Gran Revolución.
La Gran Revolución se hizo en Francia para destruir el poder político de
los nobles de origen feudal y establecer en su lugar el de la burguesía, y la
colonia francesa de Saint Domingue estaba organizada a base de esclavos
africanos abajo y blancos y mulatos esclavistas arriba, pero había también
blancos que no eran ricos sino empleados de los ricos y del gobierno francés,
lo que formaba un amasijo de clases y capas en las que iba a influir la Gran Revolución
provocando luchas muy fuertes entre los blancos ricos, de los cuales había
muchos con títulos de nobleza, los llamados “pequeños blancos” y los mulatos
ricos. En esas luchas hubo numerosos episodios sangrientos en los que murieron
personajes conocidos lo mismo de un lado que de otro.
En Saint Domingue, pues, se creó una situación de lucha de clases en los
niveles superiores que iba a provocar un levantamiento de esclavos dos años
después de haber comenzado en Francia la Gran Revolución, y con ese
levantamiento empezó la revolución haitiana, la más profunda y costosa en vidas
y en bienes que conoció el Nuevo Mundo.
El jefe del levantamiento de los esclavos de Haití era uno de ellos,
llamado Bouckman. Bouckman desempeñaba funciones de capataz de cuadrillas de
esclavos de un ingenio azucarero propiedad de un francés riquísimo, miembro del
grupo de esclavistas denominado los grandes blancos. Pero casi nadie en Haití sabía
quién era Bouckman, un negro africano que con toda seguridad no había oído
hablar nunca de posiciones ideológicas ni cosa parecida.
La Gran Revolución había empezado a mediados de 1789; el levantamiento
de Bouckman tuvo lugar en la noche del 14 de agosto de 1791 y con el empezó la
revolución haitiana que duraría trece años y terminaría con el establecimiento
de la Republica de Haití, la segunda de América porque la primera fue la de Estados Unidos, y en los
años de lucha a muerte que llevaron a acabo los esclavos africanos contra
ejércitos poderosos de Europa, de las filas de los negros salieron grandes
jefes como Toussaint Louverture, Henry Christophe, Jean Jacques Dessalines,
Alexander Petion, ninguno de los cuales leyó jamás un libro de Marx o de Lenin,
y no solo porque a fines del siglo XVIII y a principios del XIX esos libros o
se habían escrito sino además porque de haber estado circulando tales obras sus
amos no les habrían permitido que las leyeran.
Naturalmente que cuando se hizo la revolución haitiana y cuando se fundó
La Trinitaria y se llevó a cabo la guerra de la Restauración la ciencia política
no tenía el grado de desarrollo que tiene hoy, pero además la parte moderna de
esa ciencia no era conocida ni en la Republica Dominicana ni en Haití, de
manera que los jefes revolucionarios mencionados en este trabajo no podían
estudiar esas obras y en consecuencia estaban obligados a actuar guiados por
apreciaciones instintivas, lo que equivale a decir objetivas, situación que no
debería reproducirse en estos tiempos dado que en los últimos cien años la
ciencia política se ha desarrollado basada en el materialismo histórico y los
que estudian esa materia deben estar preparados para saber cómo debe ser
dirigida una revolución y cuáles son las posibilidades de victoria que ella
ofrecería.
Sin embargo, los hechos dicen otra cosa. Es verdad que actualmente la Política
es una ciencia, pero su ejecución no lo es, porque si es ciencia cuando se le
estudia, los que la aplican como tal ciencia dependen en gran medida de juicios
instintivos, y por tanto subjetivos, en la misma medida en que dependían de
ellos los revolucionarios haitianos y dominicanos de los siglos XVIII y XIX.
En ese aspecto de arte que hay en la aplicación de la ciencia Política
lo que explica que los líderes de los Partidos Comunistas más grandes de
Europa, el francés y el italiano, no hayan hecho, ni han intentado hacer, la
revolución comunista. Es más, el de Francia rechazo participar en los hechos de
mayo de 1968, ocasión en que las calles de Paris estaban ocupadas día y noche
por multitudes que pedían a gritos una revolución, y nadie puede decir, o
siquiera pensar, que la negativa del Partido Comunista francés a actuar en esa
ocasión se debió a sus líderes y sus afiliados carecían de una posición ideológica
revolucionaria.
Lo que decide cuando y como debe empezar una revolución no es el factor ideológico,
es la capacidad táctica, y la táctica no es izquierdista ni derechista; es una
facultad relacionada directamente no con los conocimientos de esta o de aquella
materia sino con la aplicación de esos conocimientos, no es el producto de
tales o cuales estudios sino un don’ el don de actuar en el momento preciso y
en la forma precisa para conquistar lo que se persigue. Las revoluciones no son
dirigidas por quienes quieren sino por quienes pueden dirigirlas, y solo pueden
dirigirlas las que tienen ese don.
Una revolución esta siempre cargada de elementos complejos entre los
cuales abundan los antagónicos. Veamos el caso de la que lleva el nombre de
rusa por haberse dado en Rusia. Esa, que se considera la revolución clásica de
las del mundo moderno, no habría podido hacerse si no se hubieran reunido todas
las condiciones que hacían falta para que terminara como termino: inaugurando
una nueva época en la historia, la época del socialismo.
La condición inicial fue el estallido de la Primera Guerra Mundial y la
participación en ella de Rusia; la segunda fue la alianza de Rusia con Francia
y su posición geográfica que obligaba a Alemania hacerles la guerra al mismo
tiempo a Rusia y a Francia; la tercera fue su inferioridad militar ante
Alemania, una inferioridad tan notable que poco después del primer año de la
guerra las bajas rusas en prisioneros, muertos y heridos pasaban de un millón,
hecho que afectaba a muchos millones de familias rusas y a la economía del
país; la cuarta fue la situación política
derivada del atraso económico y social
de Rusia, en virtud de la cual el gobierno ruso estaba encabezado por un zar
(emperador), y era el quien cargaba con la formidable oposición provocada por
el estado de la guerra y la situación de hambre de las grandes masas del pueblo
que se agravo a fines de 1916 y principios de 1917; la quinta fue la necesidad
de hacer la revolución democrático burguesa destronando al zar para formar un
gobierno de la burguesía que pudiera mantener la guerra y por tanto la alianza
con Francia e Inglaterra, países de los que procedían los capitales invertidos
en las más importantes industrias rusas, entre ellas las que fabricaban armas.
El derrocamiento del zar tuvo lugar a fines de febrero de 1917, fecha
del calendario ruso. Con el empezaron la Revolución Rusa y las movilizaciones
de las masas que esperaban el final inmediato de la participación de Rusia en
la guerra. El nuevo gobierno, formado por los representantes de la burguesía,
no podía pedir la paz porque los nexos económicos de la burguesía rusa con las
de Inglaterra y Francia hacían del gobierno ruso una extensión de los de esos
dos países, que encabezaban al grupo de Estados envueltos en la guerra en
contra de la alianza Alemana-Austrohúngara-Turca; pero al mismo tiempo que no
podía pedir la paz, el nuevo gobierno ruso no podía oponerse a la entrada en
Rusia de ciudadanos rusos que vivían en otros países desterrados por el
gobierno del zar. Entre esos desterrados estaba Nicolás Lenin.
En Lenin se reunían las condiciones de un científico de la Política que
conocía esa ciencia según la interpretación materialista que le habían dado
Marx y Engels y las de un gran táctico; es más, la medida de la capacidad
táctica de Lenin solo puede ser expresada correctamente diciendo que fue un
genio táctico; pero a lo dicho había que sumar otra condición: su jefatura de
un partido dotado de una doctrina social revolucionaria y organizada de tal
manera que podía llevar a cabo grandes campanas de agitación y al mismo tiempo
contaba con un numero de líderes suficiente para desempeñar todos los cargos de
dirección de un gobierno si se presentaba la ocasión de que tuviera que
gobernar el país.
Ese partido era el Bolchevique*, al cual se unió León Trotsky tan pronto
Lenin llego a la capital de Rusia y en esos momentos Trotsky era el presidente
del Soviet de San Petersburgo, en el cual estaban representados numerosos
sectores de las fuerzas populares de la ciudad, entre ellos los trabajadores y
los soldados.
Debido a su extraordinaria capacidad táctica, Lenin se dio cuenta, a
poco de llegar a San Petersburgo, (lo que sucedió en marzo de ese año 1917
según el calendario ruso), de que el gobierno estaba atrapado en una situación
sin salida porque las masas del pueblo, incluyendo en ellas a los soldados,
reclamaba el fin de la guerra pero el gobierno no podía oír ese clamor sino que
al contrario, enviaba constantemente más jóvenes a morir en las trincheras, y
al mismo tiempo cada vez eran más escasos los alimentos porque cada vez eran más
los campesinos que tenían que abandonar los campos para ingresar en las filas
de los soldados.
Todos los componentes de la crisis que
la guerra había desatado sobre Rusia convergían en un punto: obreros, campesinos,
jóvenes de las clases populares quedaban convertidos en soldados, y para esos
soldados, sus padres, sus hermanas, sus novias, sus mujeres, esto es, para la
gran mayoría del pueblo ruso la guerra era la muerte, la perdida de sus seres
queridos, el hambre de la población civil; era, en suma, el agravamiento a
niveles alarmantes de las condiciones materiales de existencia de las grandes
masas rusas.
Para enfrentar esa situación invento Lenin la consigna de “Pan, Paz y
Libertad”, que no tenía relación con problemas ideológicos’ con ella se hizo el
segundo episodio de la Revolución Rusa, el de la conquista del poder**, y
quienes lo llevaron a cabo no fueron ni los obreros ni los campesinos, a los
que les tocaría actuar inmediatamente después pero no en el momento del ataque
frontal al gobierno de la burguesía fueron los soldados que tomaron al Palacio
de invierno, desde el cual se controlaba el aparato del Estado.
¿Por qué ellos, que no formaban una clase? Porque eran ellos los que
estaban destinados a morir a manos del ejército alemán, y entre esa muerte y la
vida en Rusia, preferían la vida en su país, que no en vano Simón Bolívar decía
y repetía una frase esencialmente materialista de que “el primer deber de todo
lo que existe es seguir existiendo”.
Notas:
*El nombre completo del Partido mencionado por el compañero Juan Bosch
era Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. La palabra bolchevique viene del ruso
bolschetvo que quiere decir mayoría. El ala de Lenin era el ala mayoritaria en
ese partido y de ahí el nombre.
**Lenin se refiere a la segunda etapa de la llamada Revolución de
Febrero, que dio paso a la revolución socialista de obreros, campesinos y
soldados rusos del 25 de octubre de 1917, conocida como Revolución de Octubre.
Casino Bonus codes and free spins no deposit 2021 - The
ResponderEliminarGet 폰타나 벳 exclusive casino bonus codes air jordan 18 retro yellow suede to us and free spins no deposit great air jordan 18 retro red 2021. Compare 2021's Best Casino Bonus Codes 승부 예측 사이트 & get the 파워볼 중국점 사이트 벳무브 Best Free Spins No Deposit Bonus 2021