¿Cómo era Martí?
Biografía de José Martí
Vamos a
abordar, de manera muy sucinta, el tratamiento del negro en el Manifiesto de
Montecristi, un documento programático escrito por Martí para dar a conocer al
mundo la sustancia de la revolución que se iniciaba y cuáles eran sus
expectativas, razones y problemas. Para De la Torre, este documento es el único
de su tipo en el hemisferio occidental que menciona a los negros como una
fuerza positiva en la sociedad.
José
Martí es el precursor de la política como proceso y el modelo más alto de
político cubano. Su pensamiento, síntesis de amor, virtud y civismo no ha
perdido actualidad. Era un hombre cambiante, incesante conocedor, informado,
curioso, que durante su periplo por el exterior conoció la revolución española,
los golpes de Estado en México y en Guatemala, la vida en Estados Unidos. La
media de sus conocimientos era superior a la del resto; escribía a máquina y
era traductor simultáneo de inglés-español. Estableció una relación genética y
lógica entre partido, independencia y república. En abril de 1893 expresó: “La
grandeza es esa del Partido Revolucionario: que para fundar una república, ha
empezado con la república. Su fuerza es esa: que en la obra de todos, da
derecho a todos. Es una idea lo que hay que llevar a Cuba: no una persona…” La
política, decía, “es el conocimiento del país, la previsión de los conflictos
lamentables o acomodos ineludibles entre sus factores diversos u opuestos, y el
deber de allegar las fuerzas necesarias cuando la imposibilidad patente del acomodo
provoque y justifique el conflicto”
Fundó el partido para
aunar voluntades, como institución organizadora, controladora y creadora de
conciencia, para sustituir la espontaneidad y la inmediatez, para dirigir la
guerra que ha de traer la República; no para dominar y prohibir la existencia
de partidos diferentes después del triunfo, no para trabajar por el predominio,
actual o venidero, de clase alguna; sino por la agrupación, conforme métodos
democráticos, de todas las fuerzas vivas de la patria; por la hermandad y
acción común de los cubanos residentes en la Isla y en el extranjero; y por la
creación de una república justa y abierta para el bien de todos . En las Bases
del Partido Revolucionario Cubano planteó que: “El PRC no se propone perpetuar
en la República Cubana, con formas nuevas o alteraciones más aparentes que
esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia,
(…) sino fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas
del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el
orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de
la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”.
La guerra en Martí era
una forma de hacer política, la organiza –en contradicción aparente con su
credo de amor al hombre– "como único medio de rescatar a la patria de la
persecución y el hambre” . Reconoce los méritos del fundador del marxismo,
señala lo que considera sus limitaciones en relación con la lucha de clases
como partera de la historia. Marx “… estudió los modos de asentar al mundo
sobre nuevas bases, y despertó los dormidos, y les enseñó el modo de echar a
tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa… sin ver que no nacen viables,
ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de la mujer en el hogar, los
hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa… Suenan músicas; resuenan
coros, pero se nota que no son los de la paz”. Por ello delimita funciones de
la guerra de modo que en la conquista de la independencia de hoy fueran los
gérmenes de la independencia definitiva de mañana, pues consideraba que: “En la
hora de la victoria sólo fructifican las semillas que se siembran en la hora de
la guerra”. Por eso se apartó del Plan Gómez-Maceo y le escribió al
generalísimo: “…Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal
que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente: y es
mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que
me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal,
que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora
soporta…”
Biografía de José Martí
Viajes que realizó José Martí durante su
vida.
1857
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a España, con los padres;
regresa en junio de 1859 |
1862
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a Hanábana, con el padre
|
1870
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13 de octubre, confinado a Isla de Pinos
|
1871
|
13 de enero, deportado a Cádiz
|
1871
|
en Madrid
|
1873
|
28 de mayo, en Zaragoza
|
1874
|
diciembre, en París
|
1875
|
enero, El Havre, con escala en Southampton,
a México |
1875
|
8 de febrero, en Veracruz
|
1875
|
marzo, a la ciudad de México
|
1876
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29 de diciembre, de Veracruz a La Habana (con el nombre de Julián Pérez)
|
1877
|
6 de enero, en La Habana
|
1877
|
24 de febrero, regresó a Veracruz
|
1877
|
febrero, a Guatemala (pasa por Belice, Livingstone, Jolbós, Isla de
Mujeres y
Curazao) |
1877
|
29 de mayo, catedrático de la Escuela Central de Guatemala
|
1877
|
diciembre, a México para casarse
con Carmen Zayas Bazán |
1878
|
a Guatemala
|
1878
|
6 de julio, a Honduras
|
1878
|
agosto, sale de Puerto Trujillo
|
1878
|
3 de setiembre, en La Habana
|
1879
|
17 setiembre, la policía lo detiene en su casa
|
1879
|
25 de septiembre, es deportado a Santander
|
1879
|
diciembre, sale de España
en París visita a Víctor Hugo embarca para los Estados Unidos |
1880
|
3 de enero, llega a New York
|
1881
|
profesor en Caracas
|
1881
|
28 de julio, a New York
|
1882 a 1890
|
reside en New York; se ignora que viajara
|
1891
|
25 de noviembre, a Tampa
|
1891
|
28 de noviembre, a New York
|
1891
|
25 de diciembre, en Key West
|
1892
|
31 de agosto, de New York a Haití
|
1892
|
8 de septiempre, llega a Gonaive (Haití)
|
1892
|
9 de septiembre, embarca de nuevo en un buque de cabotaje hacia Cabo
Haitiano; el mismo día va, a caballo, hacia la frontera y llega a Ouanaminthe
a la noche.
Inmediatamente pasa por Dajabón (República Dominicana) |
1892
|
10 de septiembre, en Dajabón, en casa de Montesinos. Horas después en
Montecristi
|
1892
|
11 de septiembre, sale para La Reforma y llega el mismo día. En el
trayecto, en casa de Massenet, en Santa Ana
|
1892
|
13 de septiembre, hacia Santiago de los Caballeros, con Máximo Gómez.
Llegan el
mismo día, y se hospedan en la casa de Nicolás Ramírez, calle de Las Rosas |
1892
|
15 de septiembre, el general Gómez regresa a su finca y Martí sigue a
Santo Domingo. Va al Santo Cerro; llega a la Vega
visita a Federico García Godoy |
1892
|
16 de septiembre, sigue viaje
a Santo Domingo, a caballo |
1892
|
18 de septiembre, llega a Santo Domingo de Guzmán, visita a Federico
Henríquez y
Carvajal y otros amigos |
1892
|
19 de septiembre, recorre la ciudad.
A las 4 p.m. contempla los restos de Colón; a la noche, recepción en Amigos del País; a medianoche sale en el balandro Lépido Barahona |
1892
|
20 de septiembre, sale del puerto de Santo Domingo en la goleta Lépido, y
llega a
Barahona al atardecer |
1892
|
21 de septiembre, a las 5 p.m.
sale a caballo a Port-au-Prince |
1892
|
24 de septiembre, de madrugada emprende la marcha, a caballo, hacia
Port-au-
Prince, y entra en la capital en primeras horas de la noche |
1892
|
4 de octubre, en Kingston (Jamaica), en casa de Benito Machado. Habla en
el Temple Hall
|
1892
|
13 de octubre, regresa a New York
|
1892
|
7 de noviembre, a Tampa y
Cayo Hueso (Key West) |
1893
|
febrero-marzo, viajes de propaganda en la Florida; ahí se entera del levantamiento
de Purnio |
1893
|
en abril, en Filadelfia
|
1893
|
20 de mayo, en New York
|
1893
|
26 de mayo, sale hacia Montecristi
|
1893
|
3 de junio, llega a Montecristi y sale hacia La Reforma para consultar
con el general Gómez
|
1893
|
5 de junio, regresa a Montecristi; viaja en bote hacia Cabo Haitiano
|
1893
|
10 de junio a Port-au-Prince por vía marítima; de este puerto sigue rumbo
a Costa
Rica, a donde llega el 30 de junio |
1893
|
30 de junio en Costa Rica. En Nicoya visita la colonia cubana (de caña,
tabaco y
café) llevado por Antonio Maceo. Allí están José y Tomás Elizardo, Flor Crombet, Juan Rojas, Arcilio Guía, Pedro Pic y los hermanos de Antonio Maceo. Martí se e ntrevista con éste en San José de Costa Rica, y con José Maceo y Flor Crombet en Puntarenas |
1893
|
5 de julio, Martí diserta en la Escuela de Derecho
|
1893
|
8 de julio, en el Istmo de Panamá; regresa a New York
|
1893
|
septiembre, viajes de propaganda en la Florida
|
1893
|
diciembre, campaña de propaganda en Filadelfia, Tampa y Cayo Hueso
|
1894
|
4 de mayo, campaña de propaganda en Filadelfia, Tampa, Cayo Hueso y
Jacksonville |
1894
|
30 de mayo, en New Orleans
|
1894
|
junio, Martí y Panchito (hijo de Gómez) parten para Centroamérica desde
New Orleans, en el vapor Alberto Dumois. El 5 de junio en Puerto Limón. Dos
semanas en Costa Rica. Conversa con Antonio Maceo. Este saldrá con el hermano
José, Cebreco y Crombet. En Puntarenas Martí reconcilia a José Maceo y Flor
Crombet
|
1894
|
18 de junio, de Puntarenas a Panamá, el 21 llegan a Panamá, el 22 salen
para Kingston y el 24 arriban a esta ciudad (carta a M. Gómez, junio 25 de
1894 de Kingston)
|
1894
|
7 de julio, en New York
|
1894
|
16 de julio, de New Orleans a México
|
1894
|
26 de julio, pasa por Veracruz
|
1894
|
agosto, en New York
|
1894
|
octubre, en Cayo Hueso. Intenta ver a la madre
|
1895
|
31 de enero, de New York a Cabo Haitiano
|
1895
|
6 de febrero, llega a Cabo Haitiano al anochecer y sigue a Montecristi
|
1895
|
7 de febrero, llega a Montecristi
|
1895
|
12 de febrero, sale para Laguna Salada, finca La Reforma, del general
Máximo Gómez
|
1895
|
13 de febrero, sale para Santiago de los Caballeros
|
1895
|
18 de febrero, sale de Santiago para la Vega (“El Hatico”) y regresa el
mismo día
|
1895
|
19 de febrero, sale de Santiago para Montecristi
|
1895
|
1 de marzo, sale de Montecristi para Cabo Haitiano
|
1895
|
2 de marzo, pasa por Fort Liberté (Haití)
|
1895
|
3 de marzo, llega a Cabo Haitiano
|
1895
|
4 de marzo, de Cabo Haitiano, en lancha, a Montecristi
|
1895
|
5 de marzo, llega a Montecristi
|
1895
|
1 de abril, de Montecristi a Inagua
|
1895
|
2 de abril, llega a Inagua
|
1895
|
6 de abril, regresa a Cabo Haitiano
|
1895
|
10 de abril, sale de Cabo Haitiano para Inagua
|
1895
|
11 de abril, llega a Inagua y sale para Cuba; arriba a Playitas a
medianoche
|
1895
|
11 de abril, en Playitas (Cuba). Desde este lugar a Dos Ríos (19 de
mayo), Martí alzó veinticinco campamentos y recorrió 392 kilómetros en
treinta y ocho días
|
|
¿Cómo era Martí?
Alrededor
de la figura de Martí, como ocurre con todos los grandes hombres, se ha tejido
un sinnúmero de leyendas. Leyendas que, por serlo, resultan difíciles de
destruir y acaban por arraigarse en la mente popular a fuerza de ser
constantemente repetidas.
Entre
los errores más comunes en torno del Apóstol de nuestras libertades acaso el
mayor se refiere precisamente a la configuración física que de él se han
forjado sus compatriotas. A ello han contribuido, naturalmente y en modo
decisivo, los retratos y obras escultóricas relativos a su persona realizados
sin una cuidadosa o exacta documentación o también porque el artista tiende siempre
a exaltar o a simbolizar el personaje escogido y no a reproducir su efigie como
una fotografía. E igualmente porque un fenómeno psicológico nos lleva
inconscientemente a imaginarnos siempre al grande hombre como de elevada
estatura.
Martí,
sin embargo, no era alto, sino por el contrario de estatura normal, de unos
cinco pies y medio. Delgado, de muchacho y de adolescente, ligeramente más
grueso en la treintena, ni siquiera en sus últimos años, según datos recogidos
entre personas que le conocieron, nunca llegó a pesar más de unas 130 a 140
libras. Su aspecto exterior, puede decirse que era el del tipo promedio de
criollo, parecido en su delgadez y poca estatura a muchos de los tabaqueros
emigrados a Tampa y Cayo Hueso, que tanto le amaron y que contribuyeron a manos
llenas a la causa de la revolución.
Esto
puede comprobarse haciendo un acucioso estudio de sus retratos o mostrándole a
cualquier sastre las medidas que le tomó para un traje Miguel Ignacio Almonte,
en 1895, en Montecristi, pocos días antes de partir con Máximo Gómez para Cuba,
y que han sido dadas a conocer por el historiador dominicano Emilio Rodríguez
Demorizi.
Martí
era de vestir modesto, pero pulcro. Su traje y su corbata eran negros, en
símbolo de luto por ser Cuba esclava. Usó también un anillo de hierro -que no
ha sido hallado-, hecho de un pedazo de la cadena que llevó cuando era el preso
113, en que estaba grabada la palabra "Cuba".
No
era la cabeza de Martí tan grande ni tenía la forma que le han dado Sicre y
otros escultores en sus obras, sin duda para simbolizar mejor el pensamiento
genial del Apóstol. Aunque su frente sí era notablemente alta y despejada,
destacábase más su sello de marcada personalidad a medida que con los años el
cabello negro iba clareando en las sienes.
Sus
cejas eran pobladas, grueso el bigote, y más bien fina la mosca que adornaba el
mentón firme. Firmeza revelaba también la nariz recta, mientras que sus orejas
se encontraban separadas de la cara algo más de lo natural, según sus propias
declaraciones a Fermín Valdés Domínguez, por los tirones que le dieron sus
maestros, cuando niño, en una escuelita de barrio de La Habana.
Sobre
el color de los ojos de Martí siempre ha existido mucha confusión, creyéndose
generalmente que fueron negros. Eran pardos, "glaucos", según el
pintor Federico Edelmann, color que tiene los tonos cambiantes de las olas,
desde el oscuro hasta lo claro, en una sensación variable de pardo a verdemar.
Y eran almendrados, algo achinados o árabes, más bien melancólicos y dulces,
pero relampagueantes o coléricos cuando acusaba desde la tribuna a la España
colonial de sus desmanes en Cuba. Y en su mirada, después de su verbo, residía
acaso el mayor magnetismo de Martí, porque era ella la que atraía enseguida a
las personas hasta llegar casi a hechizarlas.
En
el hablar suave, nunca estridente, persuasivo más que agresivo, en sus
discursos revolucionarios, su palabra llegaba, sin embargo, a romper el aire
como tajo de machete. Y es que a medida que hablaba su figura se agigantaba,
parecía estar en "trance", y entonces su voz, según personas que le
oyeron, se volvía progresivamente más fuerte y vibrante. Iniciaba sus discursos
con voz lenta, poco perceptible, aumentando en volumen hasta alcanzar un acento
evangélico, rebosante de honda sinceridad. Era entonces cuando electrizaba al
público.
Las
manos de Martí, como de hombre magro, intelectual y artista, eran finas y
afiladas. Manos, según los quirománticos, de hombre amante de todos los dogmas
filosóficos que pregonan la justicia y la libertad, la dignidad y el decoro del
hombre. Mano de místico, de mártir y de redentor.
Inquieto
y nervioso, Martí era de rápido andar. En Nueva York, subía las escaleras de su
oficina en Front Street y las de los ferrocarriles elevados casi corriendo. Sin
duda, la mejor descripción general de su persona y carácter es la que hiciera
Enrique Collazo como sigue: "Era pequeño de cuerpo, delgado; tenía en su
ser encarnado el movimiento; grande y vario su talento, veía pronto y alcanzaba
mucho su cerebro; fino por temperamento, luchador inteligente y tenaz que había
viajado mucho, conocía el mundo y sus hombres; siendo excesivamente irascible y
absolutista, dominaba siempre su carácter, convirtiéndose en un hombre amable,
cariñoso, atento, dispuesto siempre a sufrir por los demás; apoyo del débil,
maestro del ignorante, protector y padre cariñoso de los que sufrían;
aristócrata por sus gustos, hábitos y costumbres, llevó su democracia hasta el
límite. Era muy nervioso, un hombre ardilla; quería andar tan de prisa como su
pensamiento, lo que no era posible. Subía y bajaba las escaleras, como quien no
tiene pulmones. Vivía errante, sin casa, sin baúl y sin ropas; dormía en el
hotel más cercano de donde le cogía la noche o el sueño; comía donde fuera
mejor y más barato, ordenaba una comida admirablemente y sin embargo comía
poco; días enteros se pasaba con vino Mariani; quería agradar a todos y tenía
la manía de hacer conversiones, así es que no le faltaban desengaños. Era un
hombre de un gran corazón, que necesitaba un rincón donde querer y ser querido.
Tratándole se le cobraba cariño a pesar de ser extraordinariamente
absorbente."
Martí,
en efecto, con ser respetuoso de las opiniones de los demás, estaba convencido
de sus doctrinas e ideales, defendiéndolos con calor y apasionamiento. No
cejaba en la ruta que se había impuesto y sabía mantener sus convicciones con
tesonero, valiente y hasta arrogante gesto. Lo probó frente a la España
colonial, en el presidio político, en el mismo Madrid, en todos los momentos,
cuando la famosa entrevista con Máximo Gómez y Antonio Maceo en Nueva York, en
1884, al negarse altivamente a unirse a los planes bélicos de los dos grandes
soldados de la guerra del 68 por entender que ellos pretendían convertir a Cuba
en "un campamento"; y, por último, en la borrascosa conferencia con
el propio Maceo en La Mejorana, y en muchas ocasiones más.
De
su valor personal, del cual nunca hizo jactanciosa gala, nos ha referido varias
interesantes anécdotas el patriota Alberto Plochet, siendo una de las más
reveladoras un incidente con Antonio Zambrana en una magna asamblea en Tammany
Hall en Nueva York, Zambrana criticó a Martí duramente por no apoyar el plan
Gómez-Maceo, y acabó por acusar a los que no secundaron el movimiento de miedosos
y merecedores de usar sayas en vez de pantalones. Martí, con el bombín
fuertemente agarrado entre las manos, pidió airado la palabra. Al concedérsele,
habló poco, muy poco, pero terminó, mirando fijamente a su denostador : "Y
tenga usted entendido que no solamente no puedo usar sayas, sino que soy tan
hombre que no quepo en los calzones que llevo puestos". Zambrana se
abalanzó sobre Martí, quien sin moverse añadió: "Y esto que le digo se lo
puedo probar cómo y cuándo guste, y si es ahora mismo, mejor". La rápida
intervención de Maceo y Crombet, que estaban presentes, evitó que Martí
agrediera a Zambrana.
En
éste, como en otros casos Martí actuó sin jactancia, pero él, pese a que nos lo
quieren pintar algunos, con gran perjuicio por cierto para su figura, como
manso y humilde, sabía siempre responder a cuanto agravio, directo o velado, se
le hacía. Ejemplo elocuente de ello es el final de su serena respuesta a la
ofensiva carta que le mandara Enrique Collazo y en la que le dice, en reto, que
"no habrá que esperar la manigua, señor Collazo, para darnos las manos;
sino que tendré vivo placer en recibir de usted una visita inmediata, en el
plazo y país que a usted le parezcan convenientes". Por mediación de
prominentes emigrados de Tampa y Cayo Hueso el duelo no llegó a efectuarse, y
años después el propio Collazo fue el primero, como ya hemos visto, en
reconocer la injusticia de sus acusaciones contra Martí. Pero, volviendo a
detalles más Íntimos de la vida de Martí, conviene señalar que era frugal en la
mesa, aunque le agradaba el buen comer y lo hacía con gusto. Conocía los
misterios de todos los platos famosos del mundo como el mejor de los cocineros.
Sabía catar los vinos, y gustaba de saborear una buena copa de Tokay, aunque su
bebida predilecta era el vino Mariani, el reconstituyente de moda en aquella
época.
A
este respecto, Martí, en sus apuntes sobre su viaje a Guatemala en 1877, hace
la siguiente interesante afirmación:
En mí, la privación de la pulcritud
interrumpe seriamente la vida. Hecho a la pobreza, no vivo sin sus modestas
elegancias,--y sin limpio mantel y alegre vista, y cordial plática,-váyanse de
mí, y no norabuena -los guisados más apetitosos. Como es una función, nunca un
placer, fuerza es amenizarla, para hacerla llevadera; y disfrazar con limpias
bellezas su fealdad natural.
Si
bien es cierto que se dice que Martí fumó una que otra vez, y que escribió
sobre el tabaco, sin embargo no era fumador en el verdadero sentido de la
palabra. Dato curioso cuando se piensa que sus mejores auxiliares y hermanos en
la lucha por la independencia de Cuba fueron precisamente los tabaqueros.
De
trato encantador con las damas, entre las que contaba con grandes simpatías y
afectos por sus modales caballerescos, amenizaba sus charlas con ellas con
reseñas plenas de colorido sobre arte, en especial de música, que lo emocionaba
profundamente, de pintura, de la cual era un gran conocedor y amante, o de
teatro, que siempre fue una de sus aficiones predilectas desde niño. Y, en más
de una ocasión, obsequiaba a sus gentiles oyentes con una taza de sabroso
chocolate humeante, preparado con sus propias manos.
Su
amor por los niños es sobradamente conocido. Tenía "alma de niño" y
de ello son prueba sus bellos trabajos en la revista infantil "La Edad de
Oro", pero lo que más le gustaba era contarles a los niños las maravillas
de la naturaleza, llevarlos a estudiar plantas, flores, aves e insectos.
enseñarles las bellezas de la tierra, para que las entendieran y amaran mejor.
Trabajador
infatigable, escribía diez o más cartas, varios manifiestos revolucionarios,
artículos para Patria, correspondencias para diarios sudamericanos, versos,
todo en un solo día. Y aún le quedaba tiempo para llevar a sus libros de
apuntes alguna nota intima o curiosa.
Dormía
poco y con inquietud. Cuando los pensamientos se agolpaban a su cerebro en los
días angustiosos en que preparaba la última guerra de independencia, pocas eran
sus horas de descanso. Sentía como "hojas en la tormenta", sus
"cejas rozando la almohada", y cuando conciliaba por fin el sueño, se
agitaba de lado a lado de la cama, hablando en voz alta, como en acceso de
fiebre.
Frágil
de cuerpo, precario de salud, con una dolorosa herida inguinal, causada por la
cadena de presidiario, herida que llevó con estoicismo desde la adolescencia
hasta la muerte en Dos Ríos, cuando llega la hora de impulsar el pequeño bote
que ha de llevarlo a la costa cubana se disputa con sus compañeros el derecho
de remar. Y rema con fuerza sorprendente para aquellas manos fina;, para
aquella mano que moviera una de las plumas más brillantes del nuevo continente.
Y
cuando pisa suelo cubano, se abre camino entre espinales, pedregales, vadea
ríos, escala ásperas laderas con la pesada carga, le quiere quitar al viejo
Gómez la suya; llena de admiración a todos por su indomable espíritu, que le
hace olvidar su endeble estructura física; deja atónitos a los curtidos
soldados mambises, que nunca le creyeron capaz de resistir los duros rigores de
la manigua. Comparte con ellos su rancho, sus vicisitudes, sin una queja,
alegremente, y cuando le llega la hora, "su hora", de supremo
sacrificio va hacia él conscientemente, sin miedo, con una sonrisa a flor de
labios.
Tal
era Martí, hombre ante todo; pero hombre en el más alto sentido; y humano
también en el más elevado grado de lo que debe ser el mejor concepto de
humanidad.
Relación
de notas.
"Porque
si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás,
un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el
que los demás bienes serían falaces e inseguros, ese sería el bien que yo
prefiriera: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de
los cubanos a la dignidad plena del hombre."
José Martí
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