¿Cómo era Martí?

Biografía de José Martí

Vamos a abordar, de manera muy sucinta, el tratamiento del negro en el Manifiesto de Montecristi, un documento programático escrito por Martí para dar a conocer al mundo la sustancia de la revolución que se iniciaba y cuáles eran sus expectativas, razones y problemas. Para De la Torre, este documento es el único de su tipo en el hemisferio occidental que menciona a los negros como una fuerza positiva en la sociedad.

José Martí es el precursor de la política como proceso y el modelo más alto de político cubano. Su pensamiento, síntesis de amor, virtud y civismo no ha perdido actualidad. Era un hombre cambiante, incesante conocedor, informado, curioso, que durante su periplo por el exterior conoció la revolución española, los golpes de Estado en México y en Guatemala, la vida en Estados Unidos. La media de sus conocimientos era superior a la del resto; escribía a máquina y era traductor simultáneo de inglés-español. Estableció una relación genética y lógica entre partido, independencia y república. En abril de 1893 expresó: “La grandeza es esa del Partido Revolucionario: que para fundar una república, ha empezado con la república. Su fuerza es esa: que en la obra de todos, da derecho a todos. Es una idea lo que hay que llevar a Cuba: no una persona…” La política, decía, “es el conocimiento del país, la previsión de los conflictos lamentables o acomodos ineludibles entre sus factores diversos u opuestos, y el deber de allegar las fuerzas necesarias cuando la imposibilidad patente del acomodo provoque y justifique el conflicto”

Fundó el partido para aunar voluntades, como institución organizadora, controladora y creadora de conciencia, para sustituir la espontaneidad y la inmediatez, para dirigir la guerra que ha de traer la República; no para dominar y prohibir la existencia de partidos diferentes después del triunfo, no para trabajar por el predominio, actual o venidero, de clase alguna; sino por la agrupación, conforme métodos democráticos, de todas las fuerzas vivas de la patria; por la hermandad y acción común de los cubanos residentes en la Isla y en el extranjero; y por la creación de una república justa y abierta para el bien de todos . En las Bases del Partido Revolucionario Cubano planteó que: “El PRC no se propone perpetuar en la República Cubana, con formas nuevas o alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, (…) sino fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”.
La guerra en Martí era una forma de hacer política, la organiza –en contradicción aparente con su credo de amor al hombre– "como único medio de rescatar a la patria de la persecución y el hambre” . Reconoce los méritos del fundador del marxismo, señala lo que considera sus limitaciones en relación con la lucha de clases como partera de la historia. Marx “… estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa… sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de la mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa… Suenan músicas; resuenan coros, pero se nota que no son los de la paz”. Por ello delimita funciones de la guerra de modo que en la conquista de la independencia de hoy fueran los gérmenes de la independencia definitiva de mañana, pues consideraba que: “En la hora de la victoria sólo fructifican las semillas que se siembran en la hora de la guerra”. Por eso se apartó del Plan Gómez-Maceo y le escribió al generalísimo: “…Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente: y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta…”





Biografía de José Martí
Viajes que realizó José Martí durante su vida.
1857
a España, con los padres;
regresa en junio de 1859
1862
a Hanábana, con el padre
1870
13 de octubre, confinado a Isla de Pinos
1871
13 de enero, deportado a Cádiz
1871
en Madrid
1873
28 de mayo, en Zaragoza
1874
diciembre, en París
1875
enero, El Havre, con escala en Southampton, 
a México
1875
8 de febrero, en Veracruz
1875
marzo, a la ciudad de México
1876
29 de diciembre, de Veracruz a La Habana (con el nombre de Julián Pérez)
1877
6 de enero, en La Habana
1877
24 de febrero, regresó a Veracruz
1877
febrero, a Guatemala (pasa por Belice, Livingstone, Jolbós, Isla de Mujeres y
Curazao)
1877
29 de mayo, catedrático de la Escuela Central de Guatemala
1877
diciembre, a México para casarse 
con Carmen Zayas Bazán
1878
a Guatemala
1878
6 de julio, a Honduras
1878
agosto, sale de Puerto Trujillo
1878
3 de setiembre, en La Habana
1879
17 setiembre, la policía lo detiene en su casa
1879
25 de septiembre, es deportado a Santander
1879
diciembre, sale de España
en París visita a Víctor Hugo
embarca para los Estados Unidos
1880
3 de enero, llega a New York
1881
profesor en Caracas
1881
28 de julio, a New York
1882 a 1890
reside en New York; se ignora que viajara
1891
25 de noviembre, a Tampa
1891
28 de noviembre, a New York
1891
25 de diciembre, en Key West
1892
31 de agosto, de New York a Haití
1892
8 de septiempre, llega a Gonaive (Haití)
1892
9 de septiembre, embarca de nuevo en un buque de cabotaje hacia Cabo Haitiano; el mismo día va, a caballo, hacia la frontera y llega a Ouanaminthe a la noche.
Inmediatamente pasa por Dajabón (República Dominicana)
1892
10 de septiembre, en Dajabón, en casa de Montesinos. Horas después en Montecristi
1892
11 de septiembre, sale para La Reforma y llega el mismo día. En el trayecto, en casa de Massenet, en Santa Ana
1892
13 de septiembre, hacia Santiago de los Caballeros, con Máximo Gómez. Llegan el 
mismo día, y se hospedan en la casa de Nicolás Ramírez, calle de Las Rosas
1892
15 de septiembre, el general Gómez regresa a su finca y Martí sigue a Santo Domingo. Va al Santo Cerro; llega a la Vega
visita a Federico García Godoy
1892
16 de septiembre, sigue viaje 
a Santo Domingo, a caballo
1892
18 de septiembre, llega a Santo Domingo de Guzmán, visita a Federico Henríquez y 
Carvajal y otros amigos
1892
19 de septiembre, recorre la ciudad. 
A las 4 p.m. contempla los restos de Colón;
a la noche, recepción en Amigos del País;
 
a medianoche sale en el balandro Lépido
 
Barahona
1892
20 de septiembre, sale del puerto de Santo Domingo en la goleta Lépido, y llega a 
Barahona al atardecer
1892
21 de septiembre, a las 5 p.m. 
sale a caballo a Port-au-Prince
1892
24 de septiembre, de madrugada emprende la marcha, a caballo, hacia Port-au-
Prince, y entra en la capital en primeras horas de la noche
1892
4 de octubre, en Kingston (Jamaica), en casa de Benito Machado. Habla en el Temple Hall
1892
13 de octubre, regresa a New York
1892
7 de noviembre, a Tampa y 
Cayo Hueso (Key West)
1893
febrero-marzo, viajes de propaganda en la Florida; ahí se entera del levantamiento 
de Purnio
1893
en abril, en Filadelfia
1893
20 de mayo, en New York
1893
26 de mayo, sale hacia Montecristi
1893
3 de junio, llega a Montecristi y sale hacia La Reforma para consultar con el general Gómez
1893
5 de junio, regresa a Montecristi; viaja en bote hacia Cabo Haitiano
1893
10 de junio a Port-au-Prince por vía marítima; de este puerto sigue rumbo a Costa 
Rica, a donde llega el 30 de junio
1893
30 de junio en Costa Rica. En Nicoya visita la colonia cubana (de caña, tabaco y 
café) llevado por Antonio Maceo. Allí están José y Tomás Elizardo, Flor Crombet,
 
Juan Rojas, Arcilio Guía, Pedro Pic y los hermanos de Antonio Maceo. Martí se
 
e ntrevista con éste en San José de Costa Rica, y con José Maceo y Flor Crombet en Puntarenas
1893
5 de julio, Martí diserta en la Escuela de Derecho
1893
8 de julio, en el Istmo de Panamá; regresa a New York
1893
septiembre, viajes de propaganda en la Florida
1893
diciembre, campaña de propaganda en Filadelfia, Tampa y Cayo Hueso
1894
4 de mayo, campaña de propaganda en Filadelfia, Tampa, Cayo Hueso y 
Jacksonville
1894
30 de mayo, en New Orleans
1894
junio, Martí y Panchito (hijo de Gómez) parten para Centroamérica desde New Orleans, en el vapor Alberto Dumois. El 5 de junio en Puerto Limón. Dos semanas en Costa Rica. Conversa con Antonio Maceo. Este saldrá con el hermano José, Cebreco y Crombet. En Puntarenas Martí reconcilia a José Maceo y Flor Crombet
1894
18 de junio, de Puntarenas a Panamá, el 21 llegan a Panamá, el 22 salen para Kingston y el 24 arriban a esta ciudad (carta a M. Gómez, junio 25 de 1894 de Kingston)
1894
7 de julio, en New York
1894
16 de julio, de New Orleans a México
1894
26 de julio, pasa por Veracruz
1894
agosto, en New York
1894
octubre, en Cayo Hueso. Intenta ver a la madre
1895
31 de enero, de New York a Cabo Haitiano
1895
6 de febrero, llega a Cabo Haitiano al anochecer y sigue a Montecristi
1895
7 de febrero, llega a Montecristi
1895
12 de febrero, sale para Laguna Salada, finca La Reforma, del general Máximo Gómez
1895
13 de febrero, sale para Santiago de los Caballeros
1895
18 de febrero, sale de Santiago para la Vega (“El Hatico”) y regresa el mismo día
1895
19 de febrero, sale de Santiago para Montecristi
1895
1 de marzo, sale de Montecristi para Cabo Haitiano
1895
2 de marzo, pasa por Fort Liberté (Haití)
1895
3 de marzo, llega a Cabo Haitiano
1895
4 de marzo, de Cabo Haitiano, en lancha, a Montecristi
1895
5 de marzo, llega a Montecristi
1895
1 de abril, de Montecristi a Inagua
1895
2 de abril, llega a Inagua
1895
6 de abril, regresa a Cabo Haitiano
1895
10 de abril, sale de Cabo Haitiano para Inagua
1895
11 de abril, llega a Inagua y sale para Cuba; arriba a Playitas a medianoche
1895
11 de abril, en Playitas (Cuba). Desde este lugar a Dos Ríos (19 de mayo), Martí alzó veinticinco campamentos y recorrió 392 kilómetros en treinta y ocho días















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 ¿Cómo era Martí?
Alrededor de la figura de Martí, como ocurre con todos los grandes hombres, se ha tejido un sinnúmero de leyendas. Leyendas que, por serlo, resultan difíciles de destruir y acaban por arraigarse en la mente popular a fuerza de ser constantemente repetidas.
Entre los errores más comunes en torno del Apóstol de nuestras libertades acaso el mayor se refiere precisamente a la configuración física que de él se han forjado sus compatriotas. A ello han contribuido, naturalmente y en modo decisivo, los retratos y obras escultóricas relativos a su persona realizados sin una cuidadosa o exacta documentación o también porque el artista tiende siempre a exaltar o a simbolizar el personaje escogido y no a reproducir su efigie como una fotografía. E igualmente porque un fenómeno psicológico nos lleva inconscientemente a imaginarnos siempre al grande hombre como de elevada estatura.
Martí, sin embargo, no era alto, sino por el contrario de estatura normal, de unos cinco pies y medio. Delgado, de muchacho y de adolescente, ligeramente más grueso en la treintena, ni siquiera en sus últimos años, según datos recogidos entre personas que le conocieron, nunca llegó a pesar más de unas 130 a 140 libras. Su aspecto exterior, puede decirse que era el del tipo promedio de criollo, parecido en su delgadez y poca estatura a muchos de los tabaqueros emigrados a Tampa y Cayo Hueso, que tanto le amaron y que contribuyeron a manos llenas a la causa de la revolución.
Esto puede comprobarse haciendo un acucioso estudio de sus retratos o mostrándole a cualquier sastre las medidas que le tomó para un traje Miguel Ignacio Almonte, en 1895, en Montecristi, pocos días antes de partir con Máximo Gómez para Cuba, y que han sido dadas a conocer por el historiador dominicano Emilio Rodríguez Demorizi.
Martí era de vestir modesto, pero pulcro. Su traje y su corbata eran negros, en símbolo de luto por ser Cuba esclava. Usó también un anillo de hierro -que no ha sido hallado-, hecho de un pedazo de la cadena que llevó cuando era el preso 113, en que estaba grabada la palabra "Cuba".
No era la cabeza de Martí tan grande ni tenía la forma que le han dado Sicre y otros escultores en sus obras, sin duda para simbolizar mejor el pensamiento genial del Apóstol. Aunque su frente sí era notablemente alta y despejada, destacábase más su sello de marcada personalidad a medida que con los años el cabello negro iba clareando en las sienes.
Sus cejas eran pobladas, grueso el bigote, y más bien fina la mosca que adornaba el mentón firme. Firmeza revelaba también la nariz recta, mientras que sus orejas se encontraban separadas de la cara algo más de lo natural, según sus propias declaraciones a Fermín Valdés Domínguez, por los tirones que le dieron sus maestros, cuando niño, en una escuelita de barrio de La Habana.
Sobre el color de los ojos de Martí siempre ha existido mucha confusión, creyéndose generalmente que fueron negros. Eran pardos, "glaucos", según el pintor Federico Edelmann, color que tiene los tonos cambiantes de las olas, desde el oscuro hasta lo claro, en una sensación variable de pardo a verdemar. Y eran almendrados, algo achinados o árabes, más bien melancólicos y dulces, pero relampagueantes o coléricos cuando acusaba desde la tribuna a la España colonial de sus desmanes en Cuba. Y en su mirada, después de su verbo, residía acaso el mayor magnetismo de Martí, porque era ella la que atraía enseguida a las personas hasta llegar casi a hechizarlas.
En el hablar suave, nunca estridente, persuasivo más que agresivo, en sus discursos revolucionarios, su palabra llegaba, sin embargo, a romper el aire como tajo de machete. Y es que a medida que hablaba su figura se agigantaba, parecía estar en "trance", y entonces su voz, según personas que le oyeron, se volvía progresivamente más fuerte y vibrante. Iniciaba sus discursos con voz lenta, poco perceptible, aumentando en volumen hasta alcanzar un acento evangélico, rebosante de honda sinceridad. Era entonces cuando electrizaba al público.
Las manos de Martí, como de hombre magro, intelectual y artista, eran finas y afiladas. Manos, según los quirománticos, de hombre amante de todos los dogmas filosóficos que pregonan la justicia y la libertad, la dignidad y el decoro del hombre. Mano de místico, de mártir y de redentor.
Inquieto y nervioso, Martí era de rápido andar. En Nueva York, subía las escaleras de su oficina en Front Street y las de los ferrocarriles elevados casi corriendo. Sin duda, la mejor descripción general de su persona y carácter es la que hiciera Enrique Collazo como sigue: "Era pequeño de cuerpo, delgado; tenía en su ser encarnado el movimiento; grande y vario su talento, veía pronto y alcanzaba mucho su cerebro; fino por temperamento, luchador inteligente y tenaz que había viajado mucho, conocía el mundo y sus hombres; siendo excesivamente irascible y absolutista, dominaba siempre su carácter, convirtiéndose en un hombre amable, cariñoso, atento, dispuesto siempre a sufrir por los demás; apoyo del débil, maestro del ignorante, protector y padre cariñoso de los que sufrían; aristócrata por sus gustos, hábitos y costumbres, llevó su democracia hasta el límite. Era muy nervioso, un hombre ardilla; quería andar tan de prisa como su pensamiento, lo que no era posible. Subía y bajaba las escaleras, como quien no tiene pulmones. Vivía errante, sin casa, sin baúl y sin ropas; dormía en el hotel más cercano de donde le cogía la noche o el sueño; comía donde fuera mejor y más barato, ordenaba una comida admirablemente y sin embargo comía poco; días enteros se pasaba con vino Mariani; quería agradar a todos y tenía la manía de hacer conversiones, así es que no le faltaban desengaños. Era un hombre de un gran corazón, que necesitaba un rincón donde querer y ser querido. Tratándole se le cobraba cariño a pesar de ser extraordinariamente absorbente."
Martí, en efecto, con ser respetuoso de las opiniones de los demás, estaba convencido de sus doctrinas e ideales, defendiéndolos con calor y apasionamiento. No cejaba en la ruta que se había impuesto y sabía mantener sus convicciones con tesonero, valiente y hasta arrogante gesto. Lo probó frente a la España colonial, en el presidio político, en el mismo Madrid, en todos los momentos, cuando la famosa entrevista con Máximo Gómez y Antonio Maceo en Nueva York, en 1884, al negarse altivamente a unirse a los planes bélicos de los dos grandes soldados de la guerra del 68 por entender que ellos pretendían convertir a Cuba en "un campamento"; y, por último, en la borrascosa conferencia con el propio Maceo en La Mejorana, y en muchas ocasiones más.
De su valor personal, del cual nunca hizo jactanciosa gala, nos ha referido varias interesantes anécdotas el patriota Alberto Plochet, siendo una de las más reveladoras un incidente con Antonio Zambrana en una magna asamblea en Tammany Hall en Nueva York, Zambrana criticó a Martí duramente por no apoyar el plan Gómez-Maceo, y acabó por acusar a los que no secundaron el movimiento de miedosos y merecedores de usar sayas en vez de pantalones. Martí, con el bombín fuertemente agarrado entre las manos, pidió airado la palabra. Al concedérsele, habló poco, muy poco, pero terminó, mirando fijamente a su denostador : "Y tenga usted entendido que no solamente no puedo usar sayas, sino que soy tan hombre que no quepo en los calzones que llevo puestos". Zambrana se abalanzó sobre Martí, quien sin moverse añadió: "Y esto que le digo se lo puedo probar cómo y cuándo guste, y si es ahora mismo, mejor". La rápida intervención de Maceo y Crombet, que estaban presentes, evitó que Martí agrediera a Zambrana.
En éste, como en otros casos Martí actuó sin jactancia, pero él, pese a que nos lo quieren pintar algunos, con gran perjuicio por cierto para su figura, como manso y humilde, sabía siempre responder a cuanto agravio, directo o velado, se le hacía. Ejemplo elocuente de ello es el final de su serena respuesta a la ofensiva carta que le mandara Enrique Collazo y en la que le dice, en reto, que "no habrá que esperar la manigua, señor Collazo, para darnos las manos; sino que tendré vivo placer en recibir de usted una visita inmediata, en el plazo y país que a usted le parezcan convenientes". Por mediación de prominentes emigrados de Tampa y Cayo Hueso el duelo no llegó a efectuarse, y años después el propio Collazo fue el primero, como ya hemos visto, en reconocer la injusticia de sus acusaciones contra Martí. Pero, volviendo a detalles más Íntimos de la vida de Martí, conviene señalar que era frugal en la mesa, aunque le agradaba el buen comer y lo hacía con gusto. Conocía los misterios de todos los platos famosos del mundo como el mejor de los cocineros. Sabía catar los vinos, y gustaba de saborear una buena copa de Tokay, aunque su bebida predilecta era el vino Mariani, el reconstituyente de moda en aquella época.
A este respecto, Martí, en sus apuntes sobre su viaje a Guatemala en 1877, hace la siguiente interesante afirmación:
En mí, la privación de la pulcritud interrumpe seriamente la vida. Hecho a la pobreza, no vivo sin sus modestas elegancias,--y sin limpio mantel y alegre vista, y cordial plática,-váyanse de mí, y no norabuena -los guisados más apetitosos. Como es una función, nunca un placer, fuerza es amenizarla, para hacerla llevadera; y disfrazar con limpias bellezas su fealdad natural.
Si bien es cierto que se dice que Martí fumó una que otra vez, y que escribió sobre el tabaco, sin embargo no era fumador en el verdadero sentido de la palabra. Dato curioso cuando se piensa que sus mejores auxiliares y hermanos en la lucha por la independencia de Cuba fueron precisamente los tabaqueros.
De trato encantador con las damas, entre las que contaba con grandes simpatías y afectos por sus modales caballerescos, amenizaba sus charlas con ellas con reseñas plenas de colorido sobre arte, en especial de música, que lo emocionaba profundamente, de pintura, de la cual era un gran conocedor y amante, o de teatro, que siempre fue una de sus aficiones predilectas desde niño. Y, en más de una ocasión, obsequiaba a sus gentiles oyentes con una taza de sabroso chocolate humeante, preparado con sus propias manos.
Su amor por los niños es sobradamente conocido. Tenía "alma de niño" y de ello son prueba sus bellos trabajos en la revista infantil "La Edad de Oro", pero lo que más le gustaba era contarles a los niños las maravillas de la naturaleza, llevarlos a estudiar plantas, flores, aves e insectos. enseñarles las bellezas de la tierra, para que las entendieran y amaran mejor.
Trabajador infatigable, escribía diez o más cartas, varios manifiestos revolucionarios, artículos para Patria, correspondencias para diarios sudamericanos, versos, todo en un solo día. Y aún le quedaba tiempo para llevar a sus libros de apuntes alguna nota intima o curiosa.
Dormía poco y con inquietud. Cuando los pensamientos se agolpaban a su cerebro en los días angustiosos en que preparaba la última guerra de independencia, pocas eran sus horas de descanso. Sentía como "hojas en la tormenta", sus "cejas rozando la almohada", y cuando conciliaba por fin el sueño, se agitaba de lado a lado de la cama, hablando en voz alta, como en acceso de fiebre.
Frágil de cuerpo, precario de salud, con una dolorosa herida inguinal, causada por la cadena de presidiario, herida que llevó con estoicismo desde la adolescencia hasta la muerte en Dos Ríos, cuando llega la hora de impulsar el pequeño bote que ha de llevarlo a la costa cubana se disputa con sus compañeros el derecho de remar. Y rema con fuerza sorprendente para aquellas manos fina;, para aquella mano que moviera una de las plumas más brillantes del nuevo continente.
Y cuando pisa suelo cubano, se abre camino entre espinales, pedregales, vadea ríos, escala ásperas laderas con la pesada carga, le quiere quitar al viejo Gómez la suya; llena de admiración a todos por su indomable espíritu, que le hace olvidar su endeble estructura física; deja atónitos a los curtidos soldados mambises, que nunca le creyeron capaz de resistir los duros rigores de la manigua. Comparte con ellos su rancho, sus vicisitudes, sin una queja, alegremente, y cuando le llega la hora, "su hora", de supremo sacrificio va hacia él conscientemente, sin miedo, con una sonrisa a flor de labios.
Tal era Martí, hombre ante todo; pero hombre en el más alto sentido; y humano también en el más elevado grado de lo que debe ser el mejor concepto de humanidad.

Relación de notas.



"Porque si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serían falaces e inseguros, ese sería el bien que yo prefiriera: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre."      José Martí

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